Hoy es el 11º día de confinamiento, llevo 10 sin salir de casa y, aunque sé perfectamente qué está pasando, a veces me lo pregunto (?). Esta mañana es oscura, triste, está lloviendo….. en un primer momento pensé si estaría el cielo llorando por nosotros (tan listos que queremos ser y tan torpes, ¡por Dios!). Luego he preferido optar porque la lluvia nos está regalando agua que es Vida, sobre todo hoy día de la Encarnación: “… Y el Verbo se hizo Carne”. Dios ya está con nosotros, María, nuestra Madre, ha concebido; luego, ¡hoy tiene que ser un gran día!
De hecho en China lo es, por primera vez en esta tragedia que empezó en Enero (¿o quizá antes?) se ha vuelto a abrir al público la Gran Muralla China. La imagen en televisión me ha sacado una sonrisa agradecida recordando cuando estuve allí y subí esa empinada cuesta que te descubre que, por mucho esfuerzo que hagas, nunca vas a llegar al final: una lección de humildad para ¿la suficiencia humana? Y en esa imagen han salido las ramas de unos árboles (no podría asegurar que sean almendros) con capullos en flor, precioso…. La vida abriéndose paso pese a nuestros egoísmos…
También me encuentro con la noticia de que el Gobierno acaba de comprar material sanitario a China para intentar parar al “malvado” virus, ¿curioso no? De China viene el mal (muerte-gratis) y el remedio (vida-pagando).
María Ramos Galindo