Los silencios no sirven, la sumisión mal entendida menos, bajar la mirada y aceptar que es culpa tuya por ser mujer es muy duro, trágico, diría yo. No hay una frase perfecta para reinventarse tras un caso de violencia. La comunicación no verbal incluye colores como el morado, el rosa fucsia o el magenta. Los carteles escritos con manos firmes, con todo tipo de peticiones, expresan deseos de vida más que de igualdad.
Pero todo va más allá de las expresiones externas y éstas son muy válidas para hacer visibles que, aunque parezca increíble, ese maltrato existe. Se violan derechos humanos y esta es una lacra que no se erradica aún y se generaliza a lo largo y ancho de este mundo. Según la ONU estos últimos años y a nivel global 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sido víctimas de violencia psicológica, física o sexual. Si las cuentan una a una el dato es demoledor. Según el mismo organismo, este violencia se ha incrementado en lugares de trabajo y los espacios en línea. Se invierte poco en prevención solo el 0’2% y poco en resolución. Los números son tan estoicos que están ahí para poder consultarlos porque esto no es una “fake news”.
Que nos llene de tristeza y los condenemos no soluciona el problema, no resucita a las 42 mujeres asesinadas en lo que va del 2024 en España. Las palabras tienen su lugar claro que sí, pero los hechos, las acciones de prevención y ayuda deberían de ocupar más paginas de esta oscura historia. Las hermanas Mirabal tendrían mucho que contar al respecto, son ellas las que marcan este día. Fueron asesinadas, matadas a palos, por ser mujeres y activistas. En 1999 la Asamblea General proclamó el 25 de Noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Negarlo hace flaco favor a las mujeres que la sufren.