Buena cosa esta propuesta de Izquierda Unida que el Congreso sacara adelante. La cifra que apenas cubre unos mínimos gastos de manutención, alivia algo a esos parados que no tienen otro tipo de ingresos; es una protección bastante exigua, pero social y humanamente necesaria. La contrapartida es que estamos edificando un país de pobres. Apenas hay alternativas, el empleo es precario, la contratación eventual y la sensación que nos invade, con más o menos tintes de realidad, es que nuestra situación económica es alarmante.
Y nos sigue contando la prensa que el gasto corriente, en muchas administraciones, va en aumento. Para ello han tenido que reducir en otros ámbitos. Hay que llegar a los objetivos marcados y las cuentas tienen que cuadrar, a menos a vista de la ciudadanía. Se tiene que ver, palpar y convencer que el esfuerzo de la gestión pública cala en todos. Tenemos a la vuelta de la esquina las elecciones municipales y hay que transmitir seguridad y buen hacer, y dejar de lado los reproches continuos en unos y otros grupos políticos. Sinceramente a los ciudadanos de a pie, que somos todavía mayoría a Dios gracias, las descalificaciones personales, nos traen al fresco, queremos que se gobierne, con propuestas reales y efectivas, que tengamos un poco de seguridad en quienes nos dirigen, y los baños de multitudes y de creerse medio héroes, guárdenlos para cuando la bonanza económica vuelva, si es que se atreve a venir porque no hemos sabido apreciarla.
De esta crisis, si realmente somos listos, nos debe quedar una lección positiva y duradera. Genera actitud en la persona de austeridad, que lejos de ser un signo de tacañería, fomenta hábito sano en la conducta, y un respaldo, un cubrirse las espaldas, para cuando lleguen malos tiempos. Las grandezas, cuando no están bien cimentadas se evaporan, y los dineros que entran fácil, se gastan de igual manera. El futuro nos dirá si hemos aprendido.