viernes 22 noviembre 2024
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A la memoria de…

Entramos en el momento del Otoño, en una época del año donde los árboles mudan su esperanza en el nuevo renacer, que caiga lo viejo y la tristeza para vivir en un invierno largo y tedioso, pero con la esperanza como nosotros los cristianos, que creemos en la Resurrección y la nueva vida allá junto al Creador, si así nos toca, pues igual les pasa a esos árboles cuyas historias, a sus plantas, guardan en el tronco de sus memorias.
Ya suenan campanas en nuestro interior a difuntos, que el silencio nos trae en ese momento de repaso interior a la memoria y respeto de todos aquellos que nos faltan, que ya no están, ni veremos en esta vida.

Somos esas velas que les encendemos bajo su lápida, o ese ramo de flores que le llevamos cada año intentando premiarles por tan bellos recuerdos que nos dejaron. Es el culto a nuestros muertos, a los que, aún a través de los años, quizá recordamos cada día y echamos tanto de menos.

Desvío la vista por un momento y miro esas pequeñas fotos de mis cuatro abuelos, viendo en mi interior esa niñez a su lado y de la que tanto aprendí; con sus virtudes y sus defectos, pero con todo el cariño que me trataban.

Me pusieron de niño a hombre, y hoy que ya también soy abuelo, aprecio más aún la bendición de Dios al hacérmelos concedido, y como no de igual manera a mi padre que me llevó de la mano tanto tiempo con su paciencia y su sonrisa innata, con esa banda que siempre le caracterizó, también de mis tíos, mi cuñado, mis suegros, y tantos y tantos amigos que se me han ido quedando por el camino transito irremisiblemente.
Campo Santo que al visitar sus calles, en casa bloque, en casa nicho, en cada tumba existe esa historia muda y sufrida en paz y alegría por ese descanso eterno, y el deber de haber cumplido.

El rezo de hoy también es por aquellas almas que hacen escala y no sabemos en el Purgatorio, estando en esa espera. También por todos aquellos que por su decisión eligieron acabar con su vida de mala manera; por los inocentes que mueren en estas guerras sin sentido;por todos aquellos y por los que quedamos aquí va también mi rezo que no sabemos nuestra fecha de caducidad.

Y para finalizar esta columna para el relax, tan sólo la termino con un poco de humor que tanta falta nos hace. ¡No tengáis prisa en batiros Don Cosme, déjeme un claro para celar a Doña Inés, desde el balcón de Doña Elvira, y mientras y al tanto, estancias un poco de la esencia de la uva, para animar el catarro, y al cuerpo, de esta forma, al que le toque de camino al otro mundo, irá muerto, pero contento mismamente!

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