viernes 22 noviembre 2024
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A la memoria de Antonio Burgos

Se acaba la historia de aquel gentil caballero, y a su memoria yo quiero unas letras dedicarle. Tres letras que de luto quedan al margen en historia impresa, recado de este lector que se ha quedado como vos al conocer la noticia muerto y tieso. ABC: A de Antonio, B de Burgos y C de caballero. Lloran los mayorales por caminos y senderos y en tu mano una paloma de la paz en la otra una ramita de tomillos y romero. Maestrante de academia, genio de la pluma y el tintero, letra despegada de aquella mesa sin miedo. Albero de la real, palabra y requiebro de Juan Ramón, de golondrinas de Bécquer, las que te acompañan en tu vuelo.

Por Santa Cruz una copla, una lágrima, un beso y un te quiero. De Machado y los Quintero. De Velázquez, pincelada y soez, como el loco de la colina, Jesús Quintero. De Serna en su pregón por la campana. Madruga sin sueño. De esas Esperanzas la Macarena, la de Triana, en su paso tan señero. De Aquel que porta el alma en su cruz, Gran Poder, Tres Caídas, Sentencia o el de Jaén: el “Viejo”. Del Cachorro de mi alma, allá por el mentidero. SSSS… Silencio en la Campana. Un dulce para aliviar el alma y un rezo para este corazón que hoy está muerto. Es ese respeto a tu memoria, a tus escritos y a tus versos. Son recuerdos que ahora veo, leo y que me dejan sin sueño. Eres ese pluma gongoriana y barroca y cantarina
del andaluz y el labriego. Eres ese monje de capa y espada que sabe más por sabio y… aquí lo dejo. Eres ese Señor de la Salud, de los Gitanos, Requiebro.

Eres esa Luz que el Rocío clama por el camino marismeño. Eres esa oración del Huerto, la Santa Cena o el Prendimiento. Esa sombra en urna hoy en ese Santo Entierro. Paloma de la Paz, esa pluma triste ya sin tinta ni tintero. Ni nadie que te arrope ahora que dormida quede para siempre en silencio. Eres esa Real Academia de los sentidos, hoy mudos y presos. Se ha llevado la vida tu chispa, tu humor tan certero. Ahhh… de aquel borrón que por Feria de Abril yo te leí. Se comía el pescaíto, se bebía el vino y hasta luego. De aquellos piropos vestidos de faralaes a las mozas al entrar a la feria por los Remedios. Látigo de la pluma para el político que mal lo ha hecho. Alabanza y rosas para el que bien lo hizo luego. Amigo de las siestas, como decía don Camilo José Cela, de pijama y de orinal.

Y de la buena manzanilla de Sanlúcar con sus langostinos y sus tigres frescos. De las magdalenas caseras de las monjas, de los mantecados de Antequera, caseros; de los chicharrones y las mollejuelas de las zurrapas de lomo en los molletes de mi tierra dentro. Del aceite de oliva, de aquel caballo jugando con aquel toro tan bravo y tan fiero. Del taxista, ese que te lleva y te trae: ¿A dónde vas? Para volver luego… De tus mañanas de Carlos Herrera en la Cope, de tus charlas con Antonio Gala y sus quejidos
de viejo, de las comparsas de Cádiz por Carnaval, donde nada es verdad y todo es tan cierto.

Ya estás en el cielo con tu Betis, con tu Sevilla y vive Dios cuánta historia de tu pluma en este ABC del universo. Hoy queda vacía tu columna, tan solo rezaré por ti,
por tu alma, dando gracias por seguirte y hasta siempre
don Antonio Burgos con un Padre Nuestro.

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