Está previsto instalar en La Vega dos circuitos de pruebas de material ferroviario. El mayor (58 km), para alta o muy alta velocidad (más de 400 k/h), partirá del entorno de Bobadilla en dirección a La Peña en una recta de 9 km. –para pruebas de frenado– gira en dirección a Cartaojal, pasa por el término de Villanueva de Algaidas, Alameda, y norte de La Camorra buscando el puntal de la Sierra de Humilladero, para bajar y cerrar la curva. El menor (que, a su vez contiene otro concéntrico) ocupará el espacio entre Sierra de Humilladero y carretera de Campillos, hasta el cruce con la autovía.
Este es el tema:
1º) La Vega está en los papeles como «Espacio de Interés agrícola» (PGOU) y «Paisaje agrario singular» (PEPMF). Magnífico.
2º) Los anillos quieren ser un laboratorio de primer nivel mundial en investigación y desarrollo ferroviario. Espléndido.
Pero este es el lío: provocar una colisión entre dos realidades incompatibles, cada una de las cuales tiene, por separado, enorme entidad. Pues nada: ADIF ve en La Vega (¿por qué no en los llanos de Albacete?) cumplidas las exigencias geométricas para la instalación… sin ocultar el enorme estropicio (copio: «aumento de los niveles sonoros, efecto barrera, división y segregación de fincas, etcétera.
Y una banda de trazado previsible de 200 metros a cada lado de la vía para la plataforma, movimiento de tierras, caminos laterales, instalaciones auxiliares, y bandas de servidumbre») A cambio: mucho I+D+i (en Málaga) y «un incentivo temporal para la economía y el empleo local». Pero si el empleo aquí es temporal y la instalación permanente ¿valdrá la pena? ¿Habrá que aceptar que Progreso=Destrucción (de paisaje, buenas tierras y jornales)?