Y, a pesar de haber tenido un junio y un julio “raros”, agosto se portó cuando le dejaron, como lo que ha sido siempre: un mes de Cultura… Sí, agosto ha sido un mes de Cultura. Así lo ha demostrado nuestro “Sol de Antequera” y nuestros máximos representantes estos días, con nuestro alcalde, Manuel Barón, “a la cabeza”, quien calificó a nuestra feria de agosto como la segunda más familiar de cuantas se hacen en el verano. No quiero sin dejar de resaltar el papel de nuestro juglar Ignacio Arcos y de María Rosales, Lourdes Moreno y sus manolas. Esta vez, por motivos no queridos, viví la feria de nuestra Antequera “de lejos”, aunque acordándome cada día y cada momento de otras ferias de Antequera, la última la del año 2022, enseñando entonces a mis nietos de Miami y Boston, cómo “sumergirse” en Antequera.
Este agosto, sus primeros días, estuve en el pirineo oscense y quise vivir más de cerca esta Cultura en Huesca, y sus fiestas de San Lorenzo con su procesión del Santo y sus danzantes. Las viví y hubo algunas cosas que no aplaudo: era un aniversario importante del Santo, que nació en Huesca en el año 225 D.C. y todo se desarrolló con la brillantez que merecía San Lorenzo. Creo que no había necesidad de empezar las fiestas con un cohete (chupinazo) multitudinario como en San Fermín, un mes antes en Pamplona: tú, Lorena, alcaldesa de Huesca no eres, afortunadamente como Joseba, alcalde actual de Pamplona. Tampoco me ha pasado desapercibido el color verde del pañueluco oscense, muy parecido al pañueluco de los mozos de Pamplona… Y qué decir del color a vino tinto que teñía el blanco de tantas mozas y mozos de Huesca… ¡Esto no es Cultura! ¿De dónde venía, pues esa Cultura? Esa Cultura venía de la tauromaquia; sí, de la fiesta más española que hay. De la tauromaquia.
Y hablemos algo de la tauromaquia oscense, empezando por la fiesta de las Vaquillas, retransmitida, todos los días con repetición y celebradas con todo interés en el coso de Huesca. Me convencieron los críticos de estas fiestas de Vaquillas que esto era una forma de acercar los niños y jóvenes a la fiesta de los toros. Así visto, me convencieron para asistir a una fiesta que nunca me gustó; pensé que la organizaban para jolgorio de los mayores y, de esta forma me resultaban insoportables; reparé esta vez en que los organizadores tenían mucho escrúpulo en seleccionar las Vaquillas para que el espectáculo sirviera para acercar a la gente joven a las fiestas “mayores” de la tauromaquia, calificadas como Feria Taurina de la Albahaca, con la participación de los diestros más grandes del momento, empezando por Morante de la Puebla, el “genial” Morante. A falta de otro diestro “genial” como Curro Romero –el de Camas– los sevillanos lograron encontrar e imponer a Morante… con parecidas virtudes y defectos que el de Camas.
Decidí vivir esta vez la tauromaquia-cultura lejos de mi pueblo; no pude asistir ni al pregón de feria al que estuve invitado por el Ayuntamiento de nuestro pueblo; tampoco pude asistir a otros actos culturales de la feria de mi pueblo. Los viví en la lejanía, sin olvidar las ocasiones de Cultura que nuestra feria de agosto ofrece: es Cultura el pregón de la Feria; es Cultura nuestro concurso de Porra antequerana, y es Cultura lo que surge en cualquier corrida de toros de nuestra Feria de agosto y en cualquier rincón de nuestra Feria.
Hace unos años dejé de ir a la ASTE NAGUSIA de Bilbao; durante muchos años disfruté de la fiesta de Toros y Cultura en el país vasco. Mostraba mi disconformidad con mis amigos de allá arriba con el desfile pro-etarra que se organizaba, una vez terminada las corridas. Ahora los etarras están legalmente en las instituciones de gobierno, lo cual no impide que los desfiles sigan existiendo. Seguí, por esta y otros motivos sin aparecer por el país vasco en este mes tan cultural y, al parecer, tan politizado. Mi final es: hagamos de este mes de agosto el mes de la Cultura que puede llegar a nosotros de muchos orígenes, y dejemos de politizar la tauromaquia…