No quiero hacer de esta columna una alabanza a Halloween, ni tampoco una de esas críticas de amor por lo patrio. Hoy quiero hablarles de muertos vivientes, pero de muertos vivientes de verdad. Vamos, mi “The Walking Dead” sobre los personajillos que protagonizan la situación política que vivimos actualmente.
Contra todo pronóstico y aunque ese SMS a Bárcenas casi no le pasase factura, Mariano Rajoy volverá a dirigir nuestro país, quizá ahora en mejor situación que como se lo encontró cuando llegó a la presidencia del Gobierno.
Rajoy vuelve a las andadas como si no le hubiese pasado factura la corrupción en su partido, como si obtuviese un premio por las a veces demasiado duras reformas que acometió, por dejar un país con más empleos, pero ¿de qué calidad?
Rajoy es un muerto viviente de la política actual: cuando parece que está a punto de perecer, resurge cual Ave Fénix para cargarse a quien se proponga. Con paso lento, casi sin que el rival, ni él mismo, se dé cuenta.
Otro muerto y casi desterrado es Pedro Sánchez, ¡ay, Pedro, Pedro! Aunque es respetable su posición política ante Rajoy, Sánchez ha conseguido el dudoso honor de fracturar como el que más a un PSOE ya de por sí dividido entre Icetas y Susanas, Zidanes y Pavones, como diríamos hace algunos años.
Por otro lado tenemos a Pablo Iglesias, que no está muerto… estaba de parranda. Y Rivera, el espíritu mismo de la transición, el Adolfo Suárez de la política 3.0, la naranja mecánica que quiere hacerse un hueco en el centro del fragmentado hemiciclo.
Nos quedan cuatro años, ¿o menos?, para degustar una legislatura que promete ser muy entretenida y, estoy totalmente seguro, un tanto terrorífica. Y usted, ¿de qué político se va a disfrazar?