jueves 21 noviembre 2024

Alas

El tema no va de angelitos, va de controladores. Controlador es el que controla, lo que sea. ¿Es usted un controlador? Piense, piense. Un ejemplo sencillo, entro en el cuarto de mis hijas y digo: mañana vamos a comer paella y tenéis que comprar lo que hay en la lista. Amén a todo. Luego controlo una sencilla situación doméstica.

Una pareja, ¿qué película vemos? Si uno de ellos se sale con la suya más de tres películas, los expertos y sabios, dicen que éste, ése o aquél, controla.

Y después de estas discusiones sanas y normales vienen los tiros. Las noticias de estos días tan navideños, se completan con dopaje, tiroteos y falta de dinero, ¡ah! y una bajada generalizada de las temperaturas, parece que en el norte.

¿Quién negoció el convenio laboral de los controladores aéreos? ¿Cómo se hubiese evitado el caos? ¿Quién los mimó tanto? ¿Cobra un controlador lo mismo que la señora Cospedal? Esto no hay quien lo conteste. Ninguna. He visto debates, he leído prensa y todo lo más que se aprecia es un rifirrafe entre partidos. Descalificaciones todas y más, pero ¿SOLUCIONES?, ninguna, o pocas y chungas.

La primera y presunta solución, se me ocurre que hubiese sido, no darle tanto vuelo a los controladores. Porque si bien decía Fomento que era el grupo de trabajo que más cobraba de Europa, y uno pensaba ¡qué envidia!, también es verdad que otras profesiones, como la de profesor, es la peor pagada de Europa. Equilibrio, señoras y señores.

En fin, si he de emprender un vuelo, quiero un profesional en la torre de control, si quiero que eduquen, formen a mi hijo, quiero un buen profesional en las aulas y si voy al centro de salud, preferiría que me atendiese un médico español que uno que no lo sea. Y que conste que no tengo nada en contra de este colectivo, pero SÍ, en contra de los que dejan a nuestros profesionales parados. Salidos de la universidad cuando pueden o los dejan, ¡pues no controla nada el personal docente de este sector, ¡ojú! (esto también podría revisarse). Tenemos nuestros médicos sin plazas y me traigo uno de…¡¡Pues NO!! No lo entiendo o tal vez sí.

El espíritu navideño no me ciega hasta el punto de no ver o no querer ver los agujeros profundos de un sistema económico, que ni dopado. Bien; dicen que lo que ahoga no es la inmersión en las ciénagas, sino permanecer en ellas. Pues reflotado.

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