Van a meter mano al jardín del “Reloj”, ahora Alcazaba. Magnífico todo lo que se haga para “recreo y ornato” de la Ciudad, que es para lo que sirve un parque. Ya está consolidado el de La Atalaya, pero el del Castillo tiene otra vocación, parece.
Si cabe objetar algo al proyecto es su nombre, que a uno se le antoja un poco rimbombante: “Alcázar de los Sentidos”. Esperemos que aterrice en Jardín de la Alcazaba, o cosa parecida: Modesto en nombre y rico en sombras y miradores. Y en buena voluntad creadora.
Los nombres compuestos se hacen antipáticos: Por qué “Palmeral de las Sorpresas”, en el muelle de Málaga, y no sólo “Palmeral”?¿Por qué “Parque Cementerio” (Parcemasa), cuando a lo que se va allí no es a jugar, sino a enterrar un muerto? ¿Por qué “Parque funerario” (carretera de Campillos), si es un crematorio? ¿Son éstos, sólo, eufemismos empalagosos?
Respuesta provisional: También los bomberos hacen llamar “parque” al lugar donde está todo lo necesario para su función. Ésa es la diferencia que introduce la palabra “parque” en su tercera acepción del diccionario ¿Va por ahí la cosa, o hay ambigüedad buscada en el negocio de la muerte? Lo ignoro.
Volviendo aquí: Si lo que el Ayuntamiento quiere es ofrecer recreo a propios y extraños, instalen cómodos bancos donde apetezca abrir un libro, y dejen que de los sentidos se encarguen las flores, los pajarillos y el agua.
Y, más en general (a los inventores de ocurrencias): No nos compliquen la vida con la semántica. O te sientas en un parque muy a gusto, sepas, o no, su nombre; o te llevan con los pies por delante. Pero, sabiendo a las claras qué es lo que da el día: Parque o cementerio.