viernes 22 noviembre 2024

Amor

Parecería un poco añoso y hasta ciertamente encopetado, hablarles por estas fechas del Amor. ¡Qué iluso, tratar de desgranar la descomunal palabra de… AMOR!

Intentaré darles a conocer o simplemente recordarles algunos de sus innumerables axiomas y evidencias que, espero tengan ustedes el provecho y la atención de leer.

Como el Amor de una Madre… no hay ningún otro que se le pueda comparar. Muy bien. En concreto yo, de ese amor no les puedo opinar con certeza. Estos días recibía un correo de una pareja en el cual me incluían la frase de: En verdad está para «comérsela». En referencia a la personita de escasos meses que alegra, ilumina e inunda de quehaceres el hasta hace esos poquitos meses, muy tranquilo y aplacado hogar.

Mi enhorabuena y todos los demás cumplidos. Más… yo les respondía. Cuidado con las morrocotudas demostraciones de amor, que luego en más de una ocasión quienes han terminado deglutidas, zampadas en llegando la hora de tomar decisiones han sido… primero, las madres y detrás los padres, o ambos a la par.

El amor de padre, al decir de las madres, es distinto. Sí, estoy de acuerdo. Luego a la hora de asignarle un orden, ya tengo mis dudas. Pero… quisiera ocupar este párrafo en describirles el Amor de los abuelos. ¡Toma!, aquí sí que hay materia para varias parrafadas. El amor de los abuelos hacia sus nietos, ése si que es distinto o al menos, como éste suele llegar, en diferenciada por la edad etapa del ser humano en la cual inclusive administrar nuestros sentimientos pueden verse ya afectados. Al contrario de lo que pudiere suceder cuando decimos que el roce aumenta nuestro cariño, el «exceso» de tiempo en el cual, el, o los nietos, pasan con sus abuelos pueden incluso hacer decrecer nuestra capacidad para demostrarles amor.

El amor hacia la persona con la cual deseamos compartir nuestra vida, nuestra compañera o compañero de viaje por la vida, no crece lo suficiente, hasta el momento en el cual somos capaces de ver y detectar todas las imperfecciones del uno y del otro. Ansiamos durante muchos años encontrar a nuestra media naranja para prodigarle nuestro amor, sin darnos cuenta que el Amor no aflora curiosamente hasta que de alguna manera… dejamos de estar enamorados. ¿Y saben por qué? Pues porque el enamoramiento nos emboba, nos deja anestesiados, nos sumerge en unas sensaciones que nos incapacitan para desenmarañar nuestros sentimientos y poder determinar con claridad qué y cuándo es amor lo que experimentamos, pues en realidad empezamos a sentir el Amor con mayúscula no cuando… nos parece haber encontrado a la persona perfecta, sino cuando empezamos a ser capaces de compaginar cabalmente todas nuestras imperfecciones.

Pero nadie puede dar lo que no tiene. Nadie podrá ofrecer algo de lo que no dispone. Y en lo concerniente al Amor, cuidándonos de no caer en el aprecio excesivo propio denominado ego, nuestra autoestima no puede verse devaluada por la falta de amor hacia nuestra persona.

Pero yo no quisiera dejar pasar estas letras con las cuales estoy tratando de definirles distintas formas de amar, sin llevarlas a que les cuenten algo acerca del que para mí es el más grande Amor. Es, el Amor por los demás. Ése del cual oímos hablar… más aún por éstas fechas, pero que tanto nos cuesta manifestarlo. Yo quisiera felicitar muy expresamente en estos tan señalados días a todas esas personas, anónimas, olvidadas las más de las veces por los medios de comunicación, que dedican su tiempo, su vida, entregando lo mejor de su amor, para cuidar a otras personas. Las más de las veces incluso desplazadas y muy lejos de su propio hogar.

Feliz Navidad y el deseo de la llegada de un año nuevo cargado de tolerancia, respeto y aceptación.

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