Interesante va a ser la pugna por esta tierra. Todo el mundo la quiere, sobre todo, los políticos cuando se acercan las elecciones. Y, aunque quedan setenta días por medio para la cita electoral, se calientan motores, se ponen en marcha los aparatos de los distintos partidos, se minimizan los errores propios haciendo una crítica continua de los adversarios. Hace pocas fechas, una destacada política andaluza que ha tenido sus días «de vino y rosas», puso mucho énfasis en recalcar, con su prepotencia habitual, que la manera de hacer política del Partido Popular va en contra de los más débiles. Tal como tenemos el patio creo que van a ir en contra de todos porque la ruinera que nos sacude no da tregua al menor ápice de optimismo. Pero si por un destacado interés, u otra circunstancia se pudiera demostrar que efectivamente es cierta la afirmación de tan renombrada personalidad, el Partido Popular estaría cayendo en el mismo error garrafal que ha cometido el Partido Socialista. Y digo bien, la enorme, casi astronómica, cantidad de dinero que el gobierno andaluz no ha controlado enriqueciendo a los afines y desprotegiendo los intereses de los más desfavorecidos.
Los ERES han dado paso a una derivación de fondos públicos que ha ido a parar a los bolsillos de bastantes granujas que van de traje y guante blanco y que alternan con lo más granado de la sociedad. Pero «ojo» no son ladrones, esta palabra tiene prohibida su utilización, hay que buscar sinónimos u otras menos fuertes para despistar y volver más majareta a la opinión pública. Y todos los dirigentes con la boca muy pequeña dicen que la ley resolverá todas las triquiñuelas y estafas. ¿ Y por qué no han gobernado de manera clara, transparente y justa para que no se hubiesen producido? Para contentar a todos los amigos de los amigos de mis amigos, hay que relajar la conciencia y hacer la vista gorda en muchos ocasiones. Por supuesto, que estos casos de corrupción y otros que nos están entreteniendo con malas pulgas la sobremesa se podían haber evitado, pero el poder tiene una magia que vuelve cínicos y peligrosos a algunos que lo ejercen. La pena es que siempre pagan los que no tienen nada en el bolsillo.