El metaverso, –como viene llamándose–, no es un sino un espacio digital donde nos relacionamos y, tenemos cada vez más presencia. Facebook, Instagram, Amazon y multitud de otras plataformas permiten realizar, de manera alternativa, sesgada y condicionada, funciones que los ciudadanos habíamos llevado a cabo en el tablero de juego que nuestras ciudades nos ofrecían. El espacio físico, sin embargo, cada vez más, se ve sustituido por el espacio digital o metaverso donde desarrollamos cada vez más actividades.
La situación era absolutamente previsible: como consecuencia de la profunda revolución que ha supuesto la creación y generalización de internet, nuestras ciudades iban a experimentar transformaciones para adaptarse a esta nueva realidad. La reflexión, en abstracto, parece evidente, teóricamente aceptable y, quizá por ello, alejada de nuestra realidad más cercana. Pero, ¿y si analizamos sobre nuestra ciudad como ya está cambiando y afectando a nuestros comportamientos y a nuestras calles? En las siguientes semanas voy a proponer este ejercicio desde estas líneas dado el elevado impacto que se está experimentando.
La generalización de un turismo masivo y de consumo acelerado, la sustitución del comercio físico por el digital, la ingente oferta de ocio dentro de nuestras casas, la enorme demanda del sector servicios y multitud de otros factores está vaciando nuestras calles de negocios, poblándola de bares y desligándola de la realidad hasta ahora conocida.
Un punto de partida debe ser asumido: en modo alguno es un fenómeno local de nuestra ciudad y, por ello, intentar luchar contra él desde nuestra posición es batallar con molinos de viento. Nuestras calles se llenan de bajos vacíos y nuestra ciudad se encartona y vacía. Es oportuna la reflexión para adaptarnos a los tiempos, sabiendo que una nueva etapa urbana, en Antequera, ya está aquí.