La pasada mesa redonda sobre el Anillo Ferroviario fue una pérdida de tiempo, pues las razones pierden su fuerza probatoria para el sordo que no quiere oír o “dar su brazo a torcer”. ¡Espantosa expresión castiza para decir que la verdad me importa menos que mi interés o la disciplina de partido! Lo que quiero es que “no me quiten la razón”. Pues ¡vaya razón, el amor propio! Es el terreno abonado para la manipulación y el retraso.
Verdad es decir de lo que es, que es y, de lo que no es, que no es (Aristóteles). Y es verdad lo de las ochocientas hectáreas ocupadas por el Anillo y sus correspondientes jornales/año. Y es falso (peor aún: mentira, por su voluntad de engañar), lo de los siete mil famosos puestos de trabajo que iba a traer a la comarca. El cálculo está hecho sobre la base de que la infraestructura requiere el trabajo de miles de hombres… empezando por el que extrae el mineral de hierro, hasta el que fabrica la cerveza que el camionero paga con su salario. Puestos de trabajo… ¡desperdigados entre Hamburgo y Algeciras! por decir algo conservador. Lo que quedaría aquí (guardas y mantenimiento) no pasarían de treinta.
El pensamiento científico comenzó en Europa cuando ciertos hombres comprendieron que no habría progreso sin método. Y éste requería contemplar las ideas con frialdad de un joyero que valora un diamante. Claridad y pureza no contaminada es lo que debe exigírseles a las ideas para operar con ellas. Y a la idea “Vega” le sienta la de “Anillo de Experimentación” como a un santo dos pistolas. Por más demagogia o interés cortoplacista que se le eche.
La contundencia de una imagen puede aclarar una idea. Así, la foto aérea de un Anillo similar en el desierto de Nuevo Méjico (USA), te hace decir ¡pues claro!: ni una expropiación, ni una instalación de riego, ni un pueblo, casería, vía férrea o autovía afectada. Ni un puñetero problema de ruido. Un millón de veces más barato Y, si se queda obsoleto ¡que le den morcilla! Allí se queda.
Ahora cuando los antequeranos bajen a Agrogant o a la Feria verán el más bello paisaje romano que nos queda en España. El disparate de este Anillo sólo pudo ocurrírsele al que asó la manteca ¡Es que se trata de muchísima manteca! Pues, ni aún así.