En una reunión de vecinos me han elegido presidenta de la comunidad, bueno en realidad como nadie quiere serlo hace años que organizamos pasarnos el turno por letra de piso. A regañadientes y explicando mi ajetreada vida, he tenido que decir que sí aunque el argumento de peso no era rebatible, me tocaba y punto.
Unos chicos que viven en el 6º B se han reído una barbaridad cuando yo he pedido la vara de mando, posiblemente motivada por las últimos acontecimientos. Mi vecino y buen amigo Salvador, ha respondido a mi sugerencia que, al igual que en el pueblo de El Melón en Orense, en donde la última alcaldesa, al no ganar, se la ha llevado a su casa argumentando que era suya y no había más que hablar.
Pues bien lo mismo había hecho la antigua presidenta de la comunidad, allí presente que gesticulando un “a mí que me registren” mostraba era el bolso y las llaves de su piso. Todos nos hemos reído de las ocurrencias y yo más, creyendo que era una de las consabidas bromas de Salvador. Pero no salía de mi asombro cuando acabada la reunión él me ha confirmado que había ocurrido de verdad. Yo no me esperaba la historia de esta manera.
Por lo visto la antigua alcaldesa se turnaba con su marido en el consistorio antes citado de Orense y tras cuatro décadas de gobierno del PP ha ganado un socialista, que no pudo alzar el bastón de mando reglamentario porque ella se lo había llevado, así que el nuevo alcalde alzó un grueso garrote. La verdad es que hay un jolgorio de negociaciones como poco curiosas en algunos ayuntamientos. Miren en Melilla un solo concejal de Ciudadanos desbanca al invencible Juan José Imbroda que llevaba gobernando desde el 2000. ¡Uf! Que les vaya bien a todos y todas. Que nos vaya bien a los ciudadanos.