viernes 22 noviembre 2024
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Cantares de gesta

La excelencia del deporte español coincide con la mediocridad de la clase política; de modo que, mientras unos acaparan podium, a los otros los fichan las encuestas como el enemigo público numero tres, después del paro y el terrorismo. Este llamativo contraste realza la gesta mundial de la Selección, El Tour, las motos, etcétera, y la espontaneidad con que una juventud sin resabios rompe el tabú de la bandera, y de paso el rancio esquema de las dos Españas, con su chollo maniqueo.

 

La gente nueva cree en este gran país que produce tales ejemplares humanos en el terreno deportivo, donde triunfa el esfuerzo y no la labia. Pero el orgullo con que el pueblo llano vive las presentes victorias no tendría ni la mitad de brillo sin el trasfondo de grisura institucional y económica. Porque el marco donde se expresa esa alegre espontaneidad popular es el mismo ahora que hace nueve siglos, cuando se escribió el poema de Mío Cid, que es el cantar épico español de referencia. La gesta cantada entonces era la dignidad y libertad personal del héroe –caído en desgracia– que crea su destino. Y a uno le viene a la cabeza que la estampa de Vicente del Bosque al frente de los suyos tiene el mismo atractivo ejemplar del que gozaba el Cid en su tiempo: «¡Dios, qué buen vasallo si hubiera buen señor!».

El deporte y la guerra serán cosas más elementales que la política, pero se viven con expectativa de victoria, y cuando llega es de todos. En este país estamos sobrados de buenos «vasallos» y faltos de grandes políticos que creen expectativas realistas y conduzcan al éxito. «¡Del Bosque for President!» ha dicho alguien. Y si no, Nadal, Contador, Lorenzo, Alonso… ¿Qué más da?

 

 

 

 

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