Cuando se escribe para el público, ya sea periódico, revista, folleto u otro medio de difusión, hay que garrapatear con cierto discernimiento para transmitir algo positivo o negativo, y no expresarse sin ningún sentido, criterio, propósito o empeño con colores anodinos. Unos escriben diciendo que le preguntan, ¿cómo se hace un escritor?, y aquellos les ofrecen soluciones.
Valiente chorrada del que pregunta y también del que responde. Otros hablan de los perros y de sus cacas y aguas menores. No te enteras que la culpa de esta cagada o meada la tienen los ayuntamientos junto al poco civismo de algunos antequeranos. Una buena multa y gorda (pero en serio) y ya verás cómo esto se acaba. Otros escriben sobre reparto de botellas para orines, como si no hubiesen botellas vacías por todos lados en la vía pública, ¡vaya chorrada!
Entre procesiones un día sí y otro también, y entre ferias, efebos al primero que se presente, el día de la tapa, el día de la cabra malagueña, el cartel de no sé quién y el pregón para no sé cuándo, el día de la azucena, ‘panem et circenses’ (pan y circo) para el pueblo, y algunas otras bagatelas, amén, cinismo y falsedad total.Otros hablan del Evangelio y de la Biblia, y ¡tú qué sabes de Santa Marta y de María!, la Biblia es un “manuscrito” que tiene doscientas mil interpretaciones y entre ellas cientos de contradicciones, ¿cuál es la que más te interesa? Y para colmo la mayoría se cree sus fábulas. Otros hablan de sus vacaciones y de él mismo, de lo bonito que está siendo este verano (será para él), menudas chorraditas, vaya noticias.
¿Qué ocurre?, ¿que en Antequera no sucede nada negativo?, ¿todo es maravilloso?, ¿todo el mundo está contentísimo? Los concejales, sí; porque se han subido el sueldo. Pero tú tranquilo abuelete pensionista, para ti no habrá ni un mendrugo de pan. Pues que sepáis que en Antequera hay que solucionar cientos de problemas que a muchos no les afectan y a otros les golpean diariamente. Llegué en el 82 y me encontré con un pueblo maravilloso, puro y auténtico y a día de hoy a causa de las ansias de grandeza de unos y otros políticos lo han convertido en un pueblo sin identidad propia, siempre queriendo imitar ciudades mucho más renovadoras y atractivas y con sentido de la ecuanimidad ciudadana.
LUIS MARTÍN