No hay nadie más simpático y atento que un político en vísperas de elecciones. Se opera en estas personas un cambio tan radical que quieren convencer de la importancia de su misión. Se muestran cercanos, comprensivos, atentos, preocupados por los problemas ajenos. Patean la ciudad de palmo a palmo, miden sus pasos como el más experto topógrafo, para no dejar nada al azar. Su programación realizada con anticipación y lo más reflexiva posible, adolece de lo más principal, informar con rigor de todo cuanto acontece y de buscar fórmulas, concretas y viables para beneficio de todos los ciudadanos. Y aquí está la madre del cordero, hasta ahora se está gobernando, y esta ciudad es un claro ejemplo de ello, para los votantes afines. Así que confiemos que otra opción política salga de las urnas en mayo. Cuando los discursos siguen los mismos, y se ven ya más que agotados, cambiar la persona no regenera las ideas, no cambia la situación, se ha tenido ocho años para dejar algo más que sinsabores y descontento. Y las sonrisas de oreja a oreja hablan mucho de amabilidad pero no dicen nada de eficiencia, de cambio a mejor, de progreso que es lo que andamos necesitando. Ahora comenzará las inauguraciones a diestro y siniestro de algunas edificaciones que tiene una necesidad muy limitada, todo para ver si el consistorio continúa con el mismo color. La contratación de varias personas para barnizar una puerta, que llevaba años esperando, es el último chiste que circula por la ciudad, hasta ahora, porque de aquí a mayo nos queda buen repertorio. Ya nos podemos hacer idea de quien está prometiendo bienestar y soluciones a todos, sabiendo que tardará algún tiempo en llegar, y de paso dejará de caer el demonio que llevan dentro los otros. Son únicos para pensar y trabajar por demás, así nos ha ido. Decía Churchill que el político piensa en las próximas elecciones y el hombre de estado en las próximas generaciones, me temo que estos segundos sean una especie en extinción.