Unas Pequeñas cosas se divisan en el horizonte de Marbella. Lucia no se entera de nada y eso que ella es una de las protagonistas de este Mediterráneo que suena a guitarra y a cantautor y se apellida Serrat. Guitarras y gargantas preparadas para corear La Nana de la cebolla o los Barquitos de papel que hagan falta y que llegan envueltos en el vuelo de Las moscas que no se dan cuenta de que es verano y tienen que migrar porque la Guitarra del mesón suena cuerda tras cuerda, desde el bordón a la prima tocando peteneras o jotas. Se fantasea con esos primeros instantes en los que los oídos y el corazón recuerdan otros momentos y se pliega el tiempo para hacernos soñar con el aquí y el ahora y el de antes.
Al atardecer del Sábado nos envolverán las sombras y al pie de escenario esperaremos a que actúe el maestro sabio el hombre con alma, como siempre lo ha hecho, intentando saborear cada sílaba, cada verso, cada nota, cada silencio, que se nos hará eterno, hasta que de nuevo nuestros nombres enredados en la hierba nos susurren agua sin saber muy bien que Va a ser de nosotros cerca de ese Pueblo blanco en el que De vez en cuando, la vida, nos da un giro inesperado y nos convierte en Titiriteros de farándulas escritas en partituras de Cantares, esos cantares que no vuelven a pisar en el mismo lugar, porque todo pasa y todo queda.
En fin, Cada loco con su tema, cada Penélope con su vida o sus desengaños, al final, cuando las candilejas se apaguen y solo la luces de los móviles bailen en silencio sabremos que, Para la libertad, sólo necesitamos sentir la brisa húmeda del mar cercano o la charla alegre de las estrellas que poco a poco se pierden anunciando un nuevo día, y Hoy o ayer o mañana, puede ser un gran día.