sábado 23 noviembre 2024
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Dar luz, pero no tanto que se quema el santo

Yo como muy bien… al menos eso es lo que me dicen en casa. Las personas que podemos gozar o disfrutar de tener una buena cocinera en casa, (esto vale su peso en oro), debemos estar vigilantes en no pasarnos con los alimentos.

El placer de la buena mesa en la actualidad, en un país como en el que afortunadamente vivimos y disfrutamos, ha quedado en un segundo plano. Hoy equivocadamente, la sociedad suele buscar el placer por otros derroteros. La ostentación de poder y el status social predominan sobre los que a mi parecer siempre han sido por naturaleza, razones de satisfacción o placeres genéticos. Principalmente son dos y nos vienen dados por la Madre Naturaleza para la perpetuidad de la especie, esto es la reproducción, y la alimentación.

De la alimentación y de su importancia inclusive en el ciclismo les quisiera, si me lo permiten, dejarles hoy mi escrito. Y ciñéndome al titular les diré que siendo como soy persona educada en aquello de que no estaba (digo no estaba porque hoy esta norma está transmutada) bien, dejarse en el plato nada de lo servido, teniendo como poseo sublime fortuna, encarnada en la persona a la cual debo mi alimentación, estos platos a resultas de mi buen apetito, y mejor educación, han ido creciendo en contenido.

Todo ello podría ser en materia de alimentación una inagotable fuente de placer. Pero hete ahí que, en llegando a los llamados complementos de la sobremesa, uno de los por mi persona, apreciados placeres, como lo es la degustación del: pan, queso y uvas, o del pan con requesón sombreado con azúcar blanquilla. Al pasar de la propia… degustación a la deglución tengo como resultado que la lactosa me está creando problemas. ¡Qué se quema mi santo… estomago!

Y lo que peor llevo de toda esta contumacia, es que al final y por enésima vez hay que darle la razón a ella… Sí, a la persona que me alimenta y a la cual sabiamente de nuevo habrá que agradecérselo en los venideros días tan apropiados para la alimentación del acercamiento personal.

Fíjense, que tal puede ser la importancia de lo que les digo, que en el propio ganador de un par de Tour se ha personificado la frase. Alberto Contador no contó bien la cantidad de carne que debiera ingerir, le dio excesiva cantidad de luz y, «quemó el santo».

Cuan revuelta vive la humanidad hoy sus días. Hay focos de ella pidiendo con insistencia a grito decidido un poco de luz, un poco de la tan deseada y bien nombrada Democracia. Cierto es que la luz bien administrada en la Democracia puede redundarnos en una gran fórmula de convivencia entre seres humanos.

Al precio que nos la están poniendo las Centrales Eléctricas no nos va quedar más remedio que administrarla con «luces».

Particularmente y para solventar el exceso de lactosa, he decidido seguir una vez más los buenos consejos que una experta y sabia mujer me dio. Existe la «leche» de soja, no es lo mismo, pero me permite seguir dando luz y alimento a mi estómago, concediéndome además el placer de seguir pedaleando y seguir disfrutando con moderación de un tercero y enorme don que es la propia vida.

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