Como nuestros políticos, que son un mal necesario, no se pongan a trabajar todos en la misma dirección y arrimar el hombro para repartir el peso del poder, nos vamos a pique, y esa prima peligrosa que tenemos que tener en cuenta a diario nos va a venir demasiado grande y nada deseable. A los ciudadanos de a pie nos gustaría saber cómo es el mundo desde la perspectiva de un político, nos deprime y nos molesta hasta el hartazgo las sesiones del parlamento, echando balones fuera unos y otros, repitiendo acusaciones y perdiendo el tiempo en demagogias repetidas y fuera de lugar que nos hacen ver al resto de los mortales lo indefensos que estamos. Molestan los aplausos. ¿De qué van? Si cada día tenemos mayor ahogo económico. ¿Es que aún no hemos entendido que nuestra economía no se sostiene sola?. Europa ha cerrado el grifo del dinero que tantos años ha mantenido abierto y no hicimos el menor gesto de austeridad y el gasto se disparó convencidos o ignorantes de que esto no se acabaría nunca.
El gobierno central tiene que ceder, igual que las comunidades y cualquier administración de las numerosísimas que hemos creado de manera artificiosa en nuestra España. Y a la gente corriente nos va a importar ya poco quiénes dirigen nuestras riendas, ni el color que tengan, ni las coaliciones ni las luchas internas para obtener el poder, ni el fracaso de no haber llegado, pero hay que exigirles que trabajen, fuera de votos y partidismos, que aunen ideas y cedan protagonismos y recuentos de votos. De la manera que vamos, con Europa de espaldas, hay poco recorrido para el gobierno, las autonomías y todos los que colean, a los que sería casi agotador nombrar.