Toca hablar de Universidad. Los desmanes vistos en las últimas semanas en torno a los títulos de máster y la tesis doctoral de nuestro presidente del Gobierno nos obligan. No puede ser buena la endogamia, pero aún es peor que quiénes abusan de ella y no tienen ni principio ni fin acaben ocupando puestos de responsabilidad.Vuelve la Universidad, como casi todo en España, a necesitar de un examen.
¡Qué buena tesis sería para un doctorando el ver cómo se ha construido de doctores cada Universidad! Al margen de sorpresas, pondría sobre el mantel que muchos, desde su primer acceso a las aulas, recibieron promesas de convertirse en delfines del catedrático longevo para así establecer continuidad en el departamento del gran jefe.
La generalización de estudios superiores concedida por universidades públicas y privadas, centros adscritos y un sinfín de organismos ha conducido a que todo español tenga un título universitario. La Universidad al alcance de cualquiera: copiando de libros editados, plagiando de la Wikipedia, bebiendo únicamente de fuentes como el Rincón del Vago y presentando un doctorando más faltas de ortografía que un alumno que alcanzaba el título de Educación General Básica.
Vamos a pagar un precio muy caro por todo lo que está ocurriendo. La mediocridad, en la que estamos instalados, nos va a pasar factura. Tocaremos fondo y la respuesta de porqué hemos llegado tan bajo tendrá fácil respuesta. Estamos vendiendo humo, nos gusta la galería y queremos continuamente el aplauso fácil. Los que de verdad hemos estudiado horas y horas, fuese la carrera que fuese, somos conscientes que un título de licenciado se obtenía después de leer numerosos libros, de pasar horas hincando codos y de hacer exámenes que te suponían llevar en el bolsillo varios bolígrafos.
Ahora, viviendo en ocasiones en la más absoluta mentira, aquello parece que es prehistoria pura. Toca titulaciones en inglés, máster, expertos y especialistas universitarios…¡Quién da más! Y todo, en un corto periodo de tiempo. La entrega casi gratis de títulos universitarios que parece haberse concedido desde la Universidad Rey Juan Carlos y la Camilo José Cela no puede quedar impune. De ser cierto tales desmanes, los falsos titulados deberán devolver los títulos y ser conducidos a la cárcel. Allí tendrían tiempo suficiente para obligarles a estudiar y preparar sus trabajos.