El sol salió hace un rato. Los astros me son favorables. Entro en mi cafetería preferida. Ya no tengo que pedirle a la chica que me ponga un sombra con leche desnatada y sin lactosa y “por favor” con sacarina” Cualquiera que me oiga puede pensar que soy una cursi o que tengo intolerancia a la lactosa, cosa que es cierta y además que no me gusta el sabor de la leche cierto también, por eso me pido la desnatada, lo de la sacarina es rizar el rizo. Porque me gusta el sabor amargo del café bien hecho.
Con vicio de lectora, echo una ojeada al titular del periódico, “Los padres protestan por los deberes para casa”. La chica me ve y como ya nos vamos haciendo viejas conocidas y sabe que soy profe, me pregunta ¿y usted qué opina? Pues yo que es un titular y que este tema es largo de hablar.
Y es verdad, permítanme conocerlo, después de tantos años. Hay niños que llegan al colegio a las 7.30 de la mañana y ya desayunan en él. Luego llega una mañana intensa en unos y en otros, me refiero a los colegios. Paran para ir al comedor y tener un recreo. Luego siguen con las clases hasta las 5.30 y luego llegan las actividades extraescolares o como quieran llamarlas.
A eso de las 6.30 o más se ve una fila interminable de coches de padre, abuelos o autobuses esperando a que los chicos salgan del cole. Con suerte se los llevan a casa y si no pues a una academia de idiomas y ya llegarán a casa sobre las 8 de la tarde. Después de un día así y una semana por delante con el mismo horario, ya me dirán ustedes que ganas tiene de hacer deberes. Los niños porque están cansados y los padres también y lo que quieren es darlas de cenar, ducharlos y a la cama.
Pues eso, un poquito de convivencia paterno- filial no sólo los fines de semana. y en fin como decía mi abuela “cada uno en su casa y Dios en la de todos”.