El Evangelio de hoy nos pone ante un conflicto. Juan dice a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”. Fijaos en la expresión: “se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”. Porque no es de los nuestros. A veces, me he preguntado: ¿Qué es es más agradable decir «mío» o decir «nuestro»?
“Cuando decimos mío” afirmamos propiedad sobre algo. “Cuando decimos nuestro” reconocemos el derecho de otros a gozar de lo que me pertenece. Lo mío cierra. Lo nuestro abre la posibilidad de compartir. Cuando decimos «nuestro» es como si nos abriéramos a la unión, la fraternidad y la fiesta. Y ocurre que nos sentimos unidos a muchos otros, ya sean vecinos, amigos, compañeros o hermanos.
Pero no siempre es así, pues hay una forma de decir «nuestro» que resulta excluyente. Ocurre cuando hablamos de nuestro dinero, nuestro trabajo, nuestra lengua y parece que estamos cerrando las fronteras a los que tratan de acercarse, parece que estamos excluyendo a los que no son de los nuestros.
Hemos oído en el evangelio, que Juan se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».
Y eso, porque Juan es consciente del valor del grupo al que pertenece. Y está orgulloso de él. Por ello se muestra celoso. Y le molesta que alguien venga a copiar sus gestos sin identificarse con él. Todo normal. Pero Jesús le da una respuesta que él no esperaba: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí».
El Maestro prefiere abrir el grupo. Confía en la buena voluntad de «los otros». Cree en la sinceridad de los que dicen creer en Él. Sabe que su mensaje es más universal que sus mensajeros.
Por eso cierra el conflicto con una sentencia que ha permanecido en la historia: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro». Dentro de unos días comenzamos el mes de octubre. Un mes eminentemente misionero, en el que celebramos el Día Mundial de la Propagación de la Fe, es decir, el DOMUND.
Mes que nos trae el recuerdo de tantas misioneras y misioneros que están haciendo viva esa frase de Jesús: el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, por eso, ellos son los primeros que descubren la presencia del Espíritu en otros pueblos y culturas. La apertura a Dios y a los otros es señal de la presencia del Espíritu del Señor.
