Nos estamos acercando al final del año litúrgico. Y es por ello que el evangelio de este domingo tiene ya una clara idea apocalíptica. A nosotros hombres del siglo XXI nos resulta fácil poder entenderlo y vivirlo. Tenemos otra concepción de Dios y de su mensaje evangélico, pero aquellos primeros cristianos lo tenían en este aspecto más difícil que nosotros. No se les hacía fácil a los primeros seguidores perseverar fieles a Jesús y por ello se preguntaban: ¿Cuándo llegaría a implantarse el reino de Dios?, ¿cuándo dejarían de sufrir los pobres y desgraciados?, ¿no iban a terminar nunca los abusos e injusticias de los poderosos?
Por estas preguntas y otras muchas, al final de su escrito, Marcos quiso ofrecer a sus lectores la visión del «FINAL». Quería trasmitirles luz y esperanza. Recopiló dichos de Jesús, acudió también a escritos de carácter apocalíptico y recordó el último secreto que encierra la vida: al final, Jesús, el «hombre nuevo» dirá la última palabra. ¡Describió una escena es grandiosa! El sol «se volverá oscuridad». La luna «no dará su resplandor», se apagará para siempre. Las estrellas «se irán cayendo del cielo» una detrás de otra. Las pilares de los cielos «temblarán».
Este mundo que parece tan seguro, estable y eterno, se hundirá. Pero en medio de esa oscuridad total, aparecerá Jesús, el «hombre nuevo», el verdaderamente humano. Todos le verán venir con «gran poder y esplendor». Ya no habrá otros poderes ni imperios. Nadie le hará sombra. Él lo iluminará todo poniendo verdad y justicia.
Parece que todo esto viene a decirnos que no hay propiamente juicio. Basta «verle venir». Es el «Hombre nuevo». Todo queda confrontado con él. Entonces aparecerá lo que es realmente una vida humana. Se verá dónde está la verdad y dónde la mentira. Quiénes han actuado con justicia y quiénes han sido injustos e inhumanos. Entonces se descubrirá la realidad. Todas las cosas quedarán en su verdadero lugar. Y se verá el valor último del amor.
Se hará justicia a todas las víctimas inocentes: los muertos por violencia, los esclavos, los torturados, los maltratados, los excluidos de la vida, los ignorados por todos… Todo quedará cumplido como dice otro texto cristiano: Dios «creará unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habitará la justicia». Entonces se verá que la manera más humana de vivir es trabajar por un mundo más humano.
