Díganme ustedes: 1) ¿Qué pinta (ahora) en Antequera un Palacio de Exposiciones y Congresos, estando el de Málaga a cinco minutos de su AVE y su Aeropuerto?
2) ¿Qué pinta, a los pies de Menga (“el dolmen más grande y mejor conservado de Europa”), ese arrogante edificio que se atreve, nada menos, que a plantarle cara?
Los que nacieron como ocurrencias carísimas, hijas de la bonanza y del amor a su pueblo, son hoy sendos problemas. El primero sería del todo inviable para el uso con el que se le concibió (si fuera buen negocio… estaría terminado). El segundo es una pesadilla paisajística que llena de sonrojo a todo prehistoriador y arqueólogo que tenga ojos en la cara (si no fuera así… no llevarían veinticinco años si saber cómo quitárselo de encima).
Si a los políticos se les pregunta: ¿Cómo piensan ustedes gestionar esto? Responderán:
1) Esperemos que la Junta alargue los plazos. Démosle un uso provisional al Palacio.
¿Y, si en lugar de estar a ver qué pasa y al “ya se nos ocurrirá algo” se adelanta esta solución? Palacio de Exposiciones como exposición permanente de la cultura megalítica antequerana, Museo de los Dólmenes.