miércoles 2 abril 2025
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Educar en Cuaresma

En las sociedades que avanzan a pasos agigantados, donde la tecnología lo controla, lo estimula y acaba invirtiéndolo todo, se genera un espacio cada vez mayor en el que la ausencia de lo humano, camino de perderse, implementa un ser nuevo, tecnológico, que se quiere mucho a sí mismo, que entiende de cuasi todo, que no se avergüenza, que presume en ocasiones de ignorante y, lo que es más peligroso, reclama su espacio común en el que pronunciarse y decir, tal vez, imbecilidades porque el listón del ridículo se perdió hace mucho tiempo; genera adeptos, aplausos y seguidores perdidos en el conocimiento y el interés por aprender, pero que dicen estar informados pues beben de las charlotadas de muchos de los que se autodenominan creadores de contenido digital.

La educación que es el arte, en sí mismo todo un gran arte, de saber conducir por veredas correctas, caminos sensatos y senderos coherentes a los seres humanos en igualdad de condiciones para que les sea posible un mayor desarrollo, se viene dejando atrás el valor del esfuerzo en el trabajo postergando en favor de la mayoría analfabeta y pesebrista la consideración de la minoría culta y sensata que es capaz de transmitir conocimiento y no informaciones falsas.

A veces me acongojo de pensar en el desarrollo de una guerra pues numerosas preguntas me circundan para las que no encuentro fácil respuesta. ¿Están los jóvenes y no tan jóvenes con el concepto del esfuerzo y el sacrificio identificados? ¿Está la sociedad para entender (como ya pasó con el COVID) que nunca segundas partes fueron buenas? ¿Seremos capaces de entender y asimilar que nada es para siempre y que las risas de hoy son los llantos del mañana? Pues parece que no. Y es un no rotundo porque en las décadas más cercanas abrimos una veda que ha dejado todo el campo sin la más mínima puerta y el más coherente de los filtros para parar a los ignorantes y educar a los soberbios.
Tal vez ello, lo anterior, haya sido caldo de cultivo para que esos jóvenes extremeños acabaran con la educadora social que, a buen seguro, conocía mejor que nadie de su entorno lo costoso de su formación y la miseria del sueldo que percibía por estar al cuidado de la reinserción social de tres jóvenes que en su momento disfrutaron del acceso y el derecho a la educación pública con la intención de sacarlos, como dice la UNESCO, de la pobreza para garantizar un desarrollo. Pero se vieron huérfanos de los dos pilares que dejan hoy desnudos a muchos jóvenes que acaban delinquiendo o matando.

De un lado la falta de un endurecimiento de las penas a todos aquellos que bajo control de sus emociones son capaces de asesinar y quitarle la vida a personas inocentes que hacen su trabajo. De otro, la dejadez de las tareas de cualquier ser adulto (padre/madre) que acaba convirtiéndose en cabeza de familia pero que abandona al albur de la escuela o el instituto la educación de su hijo mientras él recupera el espacio del no querer asumir que los años nos conducen a otras obligaciones que, dicho sea de paso, están antes que las devociones.

Y, ¿por qué no recordarlo? Educación les faltó a muchos, a la gran mayoría para tomar el toro por los cuernos, estar en su sitio y afrontar lo que se venía encima el pasado mes de octubre, en tierras valencianas, cuando el barranco del Pollo se agitó dejando para la historia un episodio negro y oscuro por los más de dos centenares de fallecidos, pero blanco para que algunos desde la más absoluta dejadez de funciones sigan creyendo que estuvieron en el sitio correcto.

Amigos todos y todas, hagamos de la Cuaresma un espacio propicio en el que se haga posible recoger valores y cultivar esfuerzos y sacrificios para que las generaciones venideras puedan asumir, entender y llevar a la práctica que nada es fácil, que nada es para siempre y que sin educación convertimos la calle en un polvorín pues los que están accediendo a los gobiernos son los mayores y mejores exponentes de la ausencia de educación. Jesús junto con su madre, la Virgen María, nos lo agradecerá en estos días de Pasión en los que espero no falte la educación.

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