Tiempos difíciles atravesamos según parece. Abrir cualquier periódico o permanecer atento a las noticias es suficiente para tener la percepción de que vamos a peor en parcelas tan importantes de la vida como la medioambiental o la del propio entendimiento humano cuando se usurpan territorios de poder, identidad o imposición de creencias.
El futuro, que siempre llega demasiado pronto ya está aquí y parece que viene cargado de novedades donde van a ser necesarias más dosis de respeto, tolerancia, voluntad de entendimiento y apertura al cambio.
Está probado que son valores complicados, pero que solemos hacer nuestros tan sólo una vez al año con la llegada de las cercanas fiestas navideñas en las solemos gastar por encima de lo recomendable a la vez que enviamos mensajes deseando un futuro mejor a personas con las que llevamos muchos meses sin saber nada de ellas.
Tiempos de comunicación y adaptabilidad, también en los hábitos de compra donde el que paga es siempre el protagonista. Como prueba, ya tenemos en gasolineras de Antequera las amarillentas taquillas “Amazon Locker” para que el cliente pueda recoger, facilitando un código, el pedido que ha comprado pocas horas antes desde su casa u oficina.Alegría y pesar. “Te llaman porvenir porque no vienes nunca”, decía a la vez que erraba el poeta y académico asturiano Ángel González, tan recordado este 2018 por su primer decenio de ausencia. Este “ángel” al que Sabina le dedicó la canción “Menos dos alas” fue un hombre sobradamente culto, maestro, periodista, abogado que tituló su primera obra “Áspero mundo”.
Tiempos difíciles, subrayaba, en los que el hombre marca su nuevo destino. Algo no ha cambiado: “desde el desaliento, el fracaso o la derrota es de donde el ser humano debe ser capaz de levantarse y proseguir su camino”. Aprendamos pues, sin demora, ya que en este vertiginoso planeta nuestro, nada de lo que llega se queda y nada de lo que se va se pierde definitivamente.