De chico aprendimos en el Colegio, cuando la enseñanza se hacía fácil por la educación, que a caballo regalado no se le mira el diente. Pues de aquel refrán parecen avergonzarse los españoles y algunos, que no saben ni donde están de pie, se ven acomplejados.
Viene esto a colación tras la millonaria donación de 320 millones que ha concedido la Fundación Amancio Ortega a la sanidad española. De suponer era que los españoles no íbamos a ahorrar en alabanzas por el dinero dado por el gallego para la renovación de la tecnología dirigida especialmente a los tratamientos oncológicos. Sin embargo, una vez más, los muchachos de Podemos deberían haber hecho ejercicio de conciencia moral. Los del pantalón vaquero frente al Rey y el bebé en el Congreso han reprochado al jefe de Inditex (hombre que por cierto debe ser un buen tipo) de no pagar impuestos. Una vez más viendo la paja en el ojo de vecino y no la viga en el suyo propio.
¿Han pagado por todo cuanto cobraron los muchachos de Podemos por las becas en España, las ayudas en el extranjero y los contratos a personas a su cargo a las que pagaban mal y sin dar de alta? Pues la verdad sea dicha: NO. Las voces contrarias al gesto de Amancio no se han quedado en Podemos. También se han sumado esas asociaciones que van en defensa de la sanidad pública mientras se lucran en clínicas privadas, o médicos que trabajan en consultas privadas después de haber sido formados en lo público.
Amancio Ortega deberá pagar impuestos como ciudadano, si no lo ha hecho, pero no estará reñido con que merezca un gran aplauso por el gesto hacia la sanidad pública. Los reproches que se le hacen por el mal pago a los trabajadores de sus empresas y que las mismas estén fuera de España se salen para la ocasión de lugar. Amancio crea empleo y aumenta el tejido empresarial. Cuantos han denunciado que no se compre ropa en Zara deberían haber ocupado ese tiempo de denuncia en ayudar a los que lo necesitan. ¡Ya está bien de tanta demagogia barata! España se flagela a diario. Al que trabaja se le envidia, al que crea empleo se le cuestiona y al que apuesta por la investigación se le considera raro. Menos mal que a Amancio Ortega no se le ha ocurrido donar dinero para reconstruir alguna plaza de Toros. De ser así no habría tenido tiempo ni para hacer el paseíllo.