Dejando atrás, a los compañeros de la hipotenusa, que forman el ángulo recto en el triángulo rectángulo, la RAE, a continuación nos dice ser, una persona pueblerina o palurda.Los que amamos el Torcal de Antequera, sabemos de la figura (las hay para todos los gustos) que asemeja o nos quiere identificar, como sería esta persona, cateta. Pero yo les voy a ampliar el contenido de la palabra, atendiendo a otros ejemplos, observados, en el propio Paraje Natural del Torcal de Antequera, por el propio “cateto”, no olvidemos que desde su atalaya, él, no quita ojo y aunque en silencio permanece, sí que va anotando todas aquellas acciones dignas de mención y que demostraran cuan palurdas y pueblerinas, pueden ser muchas de las personas, que por entre piedras suelen pasear.
En una ocasión vio a una de esas personas muy catetas, que… con animal de compañía, un perro, al cual, el olor a naturaleza le hizo soltar sus excrementos, no solo por aquello de marcar territorio, sino más bien, por aliviar y aligerar el cuerpo. Terminado el acto de excreción, la persona cogió una bolsa de plástico, recogió y envolvió todo lo excretado por el perro (que no fue poco) anudó la bolsa con su contenido y la tiró detrás de unas piedras. “El Cateto” tomo buena nota de, lo ¡cateta! que fue esta persona.
En la montaña caben y no dejan huella, la cagarruta de oveja, tampoco la sirle de cabra, ni la boñiga de vaca, menos aún el cagajón de acémila, caballo o de burro, ni tan siquiera el zurullo del pueblerino o cateto que ha lugar. Que ninguna zulla, de cristiano o musulmán, cateto o animal, ni queda rastro, ni contamina, pues todo ello es biodegradable.
“El Cateto” por ver, ha visto incluso limpiarle el extremo final, del aparato excretor del animal, con una suave y húmeda toallita de papel. Nada que objetar al hecho en sí. Pero… sí a lo que continuó. Y exactamente fue eso, el tirar la húmeda, suave y perfumada (después del uso…) toallita, detrás de la piedra más próxima. Al “Cateto”, todas estas catetadas le hacen pensar, lo pueblerino que llega a ser el ser humano.
En casa, cuando excretamos, aliviamos, intentamos reducir el perímetro abdominal, librándolo de todo aquello ingerido con gusto, anteriormente, y a lo cual ya se le han exprimido las máximas vitaminas y nutrientes necesarios. Es lo adecuado. El papel y demás enseres utilizados en el aseo y aderezo del aparato excretor, van depositados a una bolsa y de ésta al contenedor de la basura. Y ahí le hemos dado.
Es lo que dice “El Cateto”, en la Sierra, actuemos de la misma manera, con todos los pañuelos, toallitas y otros… todo a una bolsa y al correspondiente contenedor. No tenemos que olvidar, que la Sierra del Torcal es toda una gigantesca esponja, y que debajo, está nada y nada menos que el acuífero de agua potable para toda la población de Antequera y de algunos pueblos más de la Comarca.
Pueda parecer una exageración, pero más exagerada es la masificación de personas, que en la actualidad se dan cita en la Sierra. Y de los restos encontrados, por este cateto, les paso unos ejemplos: papeles y toallitas húmedas y perfumadas incluidas bolsas, envoltorios, botes de plástico, de metal, botellas de cristal, latas de conservas, un viejo teléfono móvil, nokia 50 (incluida la pila) estaba estrellado de un golpe en el “callejón del tabaco”, una vieja escalera metálica de tres peldaños, encontrada muy cerca del “Sombrerillo”. No voy a seguir…
Finalizo con un viejo dicho: “¡Quien caga en el campo, se limpia con un canto!”. Tampoco hay que ser tan cateto, pueblerino, silvestre, o simple bucólico. Demostrémoslo al menos, siendo limpios, sin dejar señales de nuestro paso por la Naturaleza.