I
El mar o tu cintura,
la mar o tu sonrisa.
El mar o tus palabras,
la mar o tu armonía.
El mar, tremendo arcano
que guarda tus sencillas,
tus grandes inquietudes,
tus dulces melodías.
La mar o el mar, tus ojos,
canción de algas marinas,
remanso que me alberga,
hogar que me cobija.
El mar o tu cintura
La mar o tu armonía.
II
Te vienes y te vas
como los vientos.
Desde tu pleamar a mi tristeza.
Desde tu bajamar a mi sonrisa,
¿cuántas ondas surcaste?
¿cuántas algas
me trajiste a la orilla?
Y yo ajena, viajera de tus ondas,
surcaba tu cabeza, tu escondida
esencia más profunda.
Entre las conchas
me dejaba llevar. Mil caracolas
sonoras me envolvían.
Te vienes y te vas sin menoscabo
de tu profunda esencia submarina;
arrastrando pedazos de palacios
de nácar y coral. Canciones nuevas
te cantan, sin parar, sirenas niñas.
Y me pregunto
¡siempre me pregunto!
desde tu pleamar a mi silencio,
desde tu bajamar a mi locura,
¿cuántas historias nuevas?
¿cuántos sueños
inéditos troncharon mi cordura?
III
Desde donde puedo escribo
hasta donde puedo miro.
Te veo respirar las algas,
horadar en un continuo
ir y venir las arenas
que son tu límite ambiguo.
Desde donde puedo escribo
hasta donde puedo miro.
Veo cómo creces y menguas
sin alterar tu organismo,
cómo te tiñes mil tintes
grises, verdes o marinos.
Desde donde puedo escribo
hasta donde puedo miro.
Tú me observas. Tus mil ojos
que son tus versos continuos
ora me envuelven, me besan
e incluso juegan conmigo.
Y yo, sentada en la hamaca,
lo veo todo, lo escribo
mientras tú sueñas con tintes
grises, verdes o marinos.