Casi todos los que hemos superado la cincuentena tenemos un conocimiento medianamente aceptable de la historia democrática de este País. Todos hemos criticado con la boca pequeña los robos, abusos y decisiones dictatoriales que nos han sumido en un país mediocre, poco creíble y con muchos problemas que nos hemos buscado cuando empezaron a hacer sus prácticas la escuela de Alí Babá y miramos para otro lado. El éxito de sus botines atrajo a estafadores, trepas, maleantes de guante blanco y todo tipo de sinvergüenzas que se mueven en las altas esferas, bien vestidos, de exquisitos modales y conocedores de las reglas del buen vivir, chapurreo de idiomas y viajes por el planeta que les dota de una diplomacia bien aprendida, con astucia, y sus mejores trajes son de piel de cordero. Tan generalizada tenemos la corrupción que ha llegado a la hija del Rey, mejor dicho a su consorte ambicioso y ha tambaleado una institución de la que estábamos plenamente orgullosos.
Hay que ser honestos y reconocer el enorme esfuerzo que hizo el Rey por traer paz y concordia, renunció a la inmensa mayoría de sus poderes para ensamblar a todos los ciudadanos en la caja de armonía que hizo de España. Día tras día, renuncia tras renuncia, emocionado cogió su destino en la historia y se puso al servicio de todos. Aún estamos en deuda, porque a pesar de los pesares, buscar la paz es el objetivo más bello y altruista al que los humanos podemos aspirar.
Y sigue siendo el Rey con criterio de lealtad, obligando a su hija a que responda por su mal proceder en asuntos turbios, ajenos y desgraciados para la institución que representa.
Muy bien, la justicia tiene que seguir su camino, pero que los medios de comunicación se ceben y estén haciendo apuestas de que si la Infanta dará o no el paseíllo hasta los juzgados, me parece de un gusto macabro, desleal y hortera. Supongo que tendrán cosas más interesantes de las que informar, lo serio no hace audiencia ni vende prensa. Belén Esteban se vende como rosquilllas y los trapos sucios van de plató en plató para evitar que bajen los espectadores.
Cataluña es posible que se pueda librar de Mas porque éste tendrá que aprender a andar a derecha e izquierda, de frente tiene el muro de la Constitución y detrás el impuesto por él. Y los brotes verdes que podrían llegar con el adelgazamiento de políticos, instituciones y farfollas se adormece en las carpetas de los que les falta valentía. Un País de torpes donde el paseíllo es la atracción principal.