Agárrensen bien que vienen curvas. Creo que es el eslogan más acertado que podemos aplicarnos en estos momentos. La subida del IVA, y como consecuencia, de todos los artículos, básicos y extraordinarios de que nos rodeamos, va a tener unas consecuencias a medio plazo manifiestas.
Cierto que su entrada en vigor coincide con el período de rebajas y vacaciones, aunque éstas sean más austeras que en años anteriores, y se espera que ocasione poco ruido, pero no es menos cierto que nos sentimos un poco más ahogados y con unas perspectivas de futuro poco clarificadoras. De tener el sol en las manos hemos pasado a mantener lo preciso y necesario. Demasiados rostros se nos cruzan a diario donde podemos leer la penuria y el agobio económico, mientras que se sigue derrochando y jugando con los ciudadanos en el ámbito político. La reduccción y el ajuste presupuestario, en la mayoría de los casos, no va con ellos, hacen ver a la opinión pública que dan ejemplo, y a lo sumo, quitan un alto cargo y lo disfrazan con otro nombre hasta colocarlo en un lugar menos visible, pero igual de bien remunerado.
No están dispuestos a perder esas excelencias que le han dado la política. Esto, que en los dos meses estivales, va a quedar un poco aletargado lo vamos a ver con claridad en otoño cuando se comience a preparar para las próximas elecciones municipales. Ahí va a ver chica con grande para la confección de las listas, nadie quiere quedar fuera, ni en lugares apartados por temor a no salir elegido. Los tiras y aflojas internos van a ser de notoriedad, y un poco más de empobrecimiento en todos los bolsillos, también.