Aunque es posible imaginar la satisfacción del alcalde cuando le ofrecieron la puesta en marcha del anillo ferroviario, y pensando que tal vez pudiera continuar en el cargo, la forma solapada y callada con la que actúa, no le hace honor alguno. No se puede pensar sólo en los votos, hay algo mucho más importante que todos los del mundo juntos, son las personas, con independencia de la condición social o ideológica, todas valen. Basándonos en esta consideración, lo mínimo que tendría que haber hecho el primer edil, convocar una reunión de alcaldes y ciudadanos afectados. Ya sabemos, desde hace tiempo, que las personas de a pié somos muy poca cosa si se nos compara con los políticos, desprecian nuestras sugerencias y alegaciones e ignoran razonamientos si baja la popularidad. El poder se ha convertido en una subasta donde nadie puede pujar porque todo está adjudicado con anterioridad. Sólo se nos necesita para las elecciones, después a gobernar con un poder absoluto y menospreciando al que está por debajo o de pensamiento contrario. Son semidioses del momento, nada les detiene ni les frena, y una vez conseguido el propósito van cambiando las promesas sin sentir que es una deuda que han contraído. Pues, en lo que a mí respecta es una estafa, de la misma magnitud que la que comete un político que sabe de antemano que sólo estará en el cargo unos meses hasta que afiance a su sucesor porque sabe que en línea de salida no llegará a la meta.
Por una vez, no tiene que servir de precedente, piensen en los demás, en la alteración de la naturaleza en una rica vega, en los jornaleros que no encontrarán otro trabajo, en los expropiados que sabemos que no es de interés general, puesto que se puede ubicar en otros sitios, analicen los pro y los contra de manera objetiva, sin votos ni asientos, escuchen la voz de la conciencia y después reflexionen si merece la pena cerrar a dos municipios para siempre. ¿Qué precio tiene eso además de un puñado de votos?
