La pelota no está en el tejado, bota, sin atreverse a posar. Recibe tantas órdenes contradictorias, que anda desnortada preguntándose el mal que ha podido hacer. Nadie, ni siquiera el más infeliz o simple, desea cubrirse con flores marchitas. Y, desde luego, que no van a andar, sobrados de aplausos, quienes les toque asumir el mando en esta época de incertidumbre prolongada, que cada vez acarrea más la certeza de no saber qué sucederá. El ansia de disimulo es enorme, se esconde bajo las sonrisas, aprendidas y contenidas, que sirven de complemento a una imagen bien estudiada. Hay que llegar al corazón de los ciudadanos con el menor desgaste posible. Con este panorama, los ciudadanos, estamos contemplando, cual si fuera un partido de tenis, girando a ambos lados la cabeza, a ver cómo se comporta la caprichosa bola, y a quién ha de acompañar la suerte.
No es cosa liviana la que está en juego. El optimismo y ganas de salir, entrar, y ver en la web, vídeos de feria como los que se han visto en nuestra ciudad, la pasada semana, buscando añoranzas o deseos contenidos, no deben disfrazar la turbia realidad por la que transitamos bastante desorientados. Con la boca pequeña se habla que la vuelta a las aulas no entraña ningún riesgo, lo que no se sabe, es si los Centros pueden adaptarse a todas las medidas necesarias que garanticen la protección de los alumnos. Parece que tomar decisiones es cosa de héroes, el miedo a la equivocación acecha por todos lados, a ello hay que sumar las cuentas que gustan de exhibirse en rojo más de lo que cabría esperar.
Un segundo de reflexión y acude a la mente lo que se avecina. Una caterva, difícil de precisar, de nuevos contratados en la enseñanza, además de otra áreas complementarias. Los costes quitan el sueño. Urge compartir preocupaciones, incertidumbres, gasto y unificar criterio, en tiempos malos, puede resultar menos penoso.