En la Navidad de 1914 se produjeron unos hechos que deberíamos recordar, no sólo en llegando, estas entrañables fechas, sino como solución a tantos conflictos bélicos que sacuden el Planeta, dado que nos enfrentamos una vez más, a unas Navidades donde muchas personas sufren guerras, hambrunas, frío y la orfandad de unos mínimos derechos.
Y todo ello por el capricho y los intereses económicos de unas cuantas personas erigidas en el poder y desde el mismo, ejerciendo un derecho sobre el resto de la población, creando conflictos y sembrando cizaña para que, a río revuelto, más ganancia y prosperidad para sus intereses.
En la Primera Guerra Mundial, se impuso la modalidad de enfrentamiento desde las trincheras, en estos combates se hacían muy difíciles los avances por parte de cualquiera de los bandos, pasando muchos días de sufrimiento por lluvias, frío, desabastecimiento, hambre, enfermedades y la muerte, prácticamente enterrados en barro, dentro de los agujeros abiertos en las frías tierras, donde se ubicaban los soldados en la lucha entre ambos frentes.
Hay multitud de testimonios, aunque los mandos trataron por todos los medios de cortar y acallar aquella iniciativa, que nos cuentan que, en la noche del 24 de diciembre de 1914 los hombres del Primer Batallón, los Royal Welch Fusiliers, dejando de un lado sus fusiles y ametralladoras, encendieron unos árboles de Navidad y comenzaron con unos cánticos propios de esa fecha.
Muy pronto los alemanes del Batallón 371 que les oyeron, dejaron también de lado las herramientas de guerra disponiendo y uniéndose a aquellas celebraciones, propias de una noche tan especial, para la remembranza en confraternización, al menos durante unas horas, por un día, de entendimiento en la concordia y la paz. Continuaron las actividades de la tregua durante el día 25, celebrándose incluso un partido de fútbol que los alemanes habrían ganado por 3-2.
En esa tregua se hicieron enterramientos conjuntos de todos los caídos en tierra de nadie, se intercambiaron objetos personales… Momentos de absoluto respeto y solidaridad, de unos combatientes para con los del bando contrario. También han quedado en la historia los testimonios de las represalias que los mandos militares emprendieron, contra los oficiales que permitieron tales treguas.
Si la empatía, el respeto y la tolerancia, las tomásemos como armas para dirimir las diferencias que surgen de la convivencia, dentro de las distintas opiniones y formas en el entendimiento, las razones, el concepto y las formas de coexistir, al ser humano, a buen seguro no le harían falta muchas leyes, incluso los conflictos bélicos quedarían para el recuerdo de unas formas de vida no adecuadas.
Que cada cual celebre estos días, sin la necesidad de imponer nada a nadie de las propias ideas y creencias. Respetando unos mínimos de convivencia, compartiendo todo aquello de bueno que todas las personas puedan tener. Quedándonos con la necesidad de encontrar soluciones y no culpables de nuestras cuitas, anteponiendo éstos remedios incluso a nuestros propios deseos y pareceres.
¡Feliz Navidad y un mejor año nuevo para todas las personas de buena voluntad!