En una semana en que no hubo competiciones a reseñar, en las que participasen nuestros ciclistas, les dejaré unas reflexiones, no acerca de las conjugaciones verbales, sino entrándole al uso que hacemos de nuestro tiempo físico y más concretamente al más importante, al menos así lo creo personalmente, al presente, y del cual con permiso les voy a exponer el por qué.
La llamada moderna civilización de la cual formamos parte y que a diario le damos contenido, lo de moderna lo acepto, en lo referente a lo avanzado, desarrollado, culto e instruido de sus individuos como colectivo, tengo mis dudas. En este ya siglo XXI de nuestra era, donde estar civilizado significa, el como y de que manera habremos de hacer uso de nuestro tiempo, donde en la mayoría de las veces, nuestras decisiones van a ser impuestas o vendrán coaccionadas por las economías y costumbres que las modas, empresarios del marketing, bancos, (los que utilizamos para descansar no, los otros, los que no nos dejan descansar), circunstancias las cuales como les digo serán determinantes para nuestro bienestar. El vigilar muy de cerca qué hacemos y cómo empleamos las 24 horas con que nos vienen dados los días, por igual para todos, para todos el mismo reparto de horas, lo mismo en Otoño o Primavera, Invierno o Verano.
El uso les digo, que de ellas hagamos, va a marcar el ritmo de nuestras vidas. Me atrevería incluso a aseverarles, que va a influir y mucho en nuestro bienestar, en nuestra felicidad, en nuestra salud.
Las prisas, el reloj, hay que cumplir el horario, se nos va el tiempo, llegamos tarde, no puedo terminar… He de irme. Esto nos va a impedir disfrutar de cosas muy importantes que a buen seguro estarán ocurriendo en nuestro entorno. En el presente. Merced a ello no tendremos tiempo a percatarnos de ellas, éstas pasarán desapercibidas para nuestros saturados sentidos, sencilla y llanamente las perderemos para siempre.
El presente, el aquí ahora, en derredor nuestro es donde se juega la partida. Para que no se nos vayan las mejores jugadas, habríamos de olvidarnos en la medida de lo posible del mañana. Al aquí y ahora debemos darle la importancia que requiere, no pensando en que… tengo que hacer tal, he de llegar, me falta aún… Estas impaciencias, estas comezones, nos van a impedir vivir más plenamente el presente.
Compartir el presente con otros seres de nuestro entorno social, la amena conversación, el sincero diálogo. Teniendo en cuenta que hablar de la meteorología del tiempo de la indeseable noticia, de lo expuesto en los medios de comunicación, no va a ser lo más acertado ni lo más pedagógico. Exponer nuestras inquietudes, debatir cómo y de qué forma encontramos solución al problema que nos acució días atrás, dedicar un tiempo a escuchar en silencio a nuestros interlocutores, prestarles atención a sus preocupaciones y problemas cotidianos. Dedicarnos un tiempo a nosotros mismos, un tiempo en que dejar la mente en blanco, en relajarnos concentrándonos en nuestra respiración, en nosotros. ¡Sí!… en nuestra respiración. Parece simple, pero si no respiramos… sencillamente morimos.
Un tiempo dedicado a estabilizar nuestras emociones, a ordenar nuestros sentimientos, va a ser crucial para aumentar nuestro rendimiento y capacidad física, para equilibrar nuestras funciones vitales, para nuestra salud. Ganaremos con ello en rendimiento total, lograremos con ello más efectividad en nuestras tareas, conseguiremos un tiempo extra y tendremos más ocasiones para disfrutar del momento presente sin las prisas del tengo que hacer….