Una mañana de mayo con el sol templando el mediodía, en esa media hora que podemos arañar las amas de casa a la cotidianidad del trabajo, me hallaba, junto a una buena amiga, disfrutando de un aperitivo, que dicho sea de paso, pocas cosas hay mejores en la vida. Nos había atendido el camarero, siempre con mucha amabilidad y dispuesto a cumplir nuestro deseo de preferencia por el sitio. Minutos después, llegaron un grupo de cuatro mujeres, desenvueltas, modernas, con un acento reconocible y ansiosas por buscar un lugar para descansar y almorzar.
Se acercaron al camarero que acababa de servirnos y antes de terminar, de hablar, una de ellas, la respuesta, seca y cortante, no se hizo esperar “tó tá coio”. Ante el desconcierto de la señora, le volvió a repetir, “tá reservao”. Ni a mi amiga ni a mí, nos gustó la manera de atenderlas, se lo hicimos saber, enmendó su error y salió tras ellas para indicarles a dónde podrían encontrar una mesa disponible.
Eran catalanas, demasiadas terminaciones en “t” no da lugar a confusión, pero estaban en nuestra tierra, gozando de la belleza, el paisaje y la vida que hay en nuestras calles. Y quisieron compartirla. Y algo muy importante, que a veces se nos olvida, gastan dinero, poco, mucho o lo que sea, siempre es necesario. Hace tres años, estuve en Barcelona, el catalán de a pie, no tiene nada que ver con esa panda de políticos que nos van a volver a todos majarones, son educados y saben, muy bien, que no se les debe escapar ni un solo céntimo.
Las señoras, traían aire de mundo de lo que no andamos sobrados. Eso quizá sea algo que nos está faltando para acabar de cuajar, de una vez por todas, esa riqueza de ciudad que tenemos y darle una proyección cosmopolita y moderna. Y recibir a los forasteros mejor de lo que hiciera en su día Pepe Isbert y Lolita Sevilla con los americanos en la famosa película de Luis G. Berlanga. El turista que se encuentre a gusto entre nosotros, repite y sirve de enlace a otros para animarles a venir, no podemos dejar que se nos escape una sola oportunidad.
