En los programas electorales, en mi opinión, el urbanismo y el patrimonio están abordados sin la necesaria profundidad que Antequera requiere. Todo parte de un problema que considero capital: ninguno me deja meridianamente claro hacia dónde se pretende que la ciudad firmemente camine en materia de urbanismo.
O se expone un conjunto de buenas ideas bastante deslavazadas y, en algunos casos, demasiado genéricas –siendo sólo buenas intenciones aplicables a cualquier municipio–, o bien, ni siquiera se hace alusión, de manera específica y directa, al tema. Algunos partidos políticos plantean la redacción de un nuevo PGOU, medida que aplaudo calurosamente. Pero cabe preguntar ¿con qué finalidad proponen esta costosa medida?
Un nuevo plan es necesario pero ¿que nos lleve hacia dónde? He ahí la cuestión. Y la respuesta, –y el debate previo–, debe ser mucho más seria de lo hasta ahora viene dándose y, además, consensuada y debatida: el verdadero “modelo de ciudad”, en esta materia, no me queda nada claro y detallado en ninguna opción política.
En relación a la necesidad de un nuevo PEPRI que vele por nuestro Conjunto Histórico, resulta palmario y evidente que es necesaria la redacción de un nuevo documento con urgencia. E igualmente, debemos ser exigentes: la calidad de nuestro patrimonio debe comprometernos a la redacción de un documento redactado con conocimiento, con consenso ciudadano y con la calidad oportuna. Sería el mayor fracaso posible que se nos facilitara un documento para salir al paso.
Pero, sobre todo, necesitamos con urgencia que la opción ideológica que las urnas democráticamente determinen genere, por fin, un marco normativo conciso y claro que nos devuelva la seguridad jurídica en materia de urbanismo y protección de nuestro patrimonio. La responsabilidad municipal sobre estos puntos es cada vez mayor dado que, pese a que competencialmente es la automonía quien aborda estas áreas, nuestra especificidad como ciudad media patrimonial y el imperativo de una gestión cercana y conocedora exigen que el papel del gobierno local sea absolutamente determinante.
Espero que, cuando pasen los típicos rifirrafes de las contiendas electorales, retomemos todos, con espíritu constructivo y al unísono, la voluntad de debate y acuerdo en estas vitales materias.
