En el mismo instante, en el mismo espacio temporal en el que nuestra Carolina Marín, onubense ella, ganaba su séptimo oro europeo en bádminton cita en Cracovia, Polonia, ELLA, una chica muy joven recién salida de la escuela secundaria, friega platos en la cocina de una pizzería. Es su primer trabajo formal. La han contratado para el verano y eso es un logro titánico. Dos meses de trabajo seguidos. ELLA se llama Lorena.
Carolina, nuestra campeona luchó con la doble rotura de ligamento cruzado antes de este oro tan merecido. Cirujía, rehabilitación… ELLA está deseando poder manejar de nuevo su máquina pesada, ya se siente más fuerte, su mente ha empezado a organizar el acoso de los compañeros de trabajo y las risas a su paso. ELLA sabe que es la única mujer en la empresa minera en la que trabaja que maneja esa máquina y eso la hace estar más sola, pero se ha dado cuenta que puede abrir ventanas y derribar muros que la llevan hacia el éxito. ELLA se llama Gloria.
Carolina tuvo que afrontar una tonelada de frustración tras verse en lo alto y tener que abandonar. Depresión, falta de seguridad en si misma , caída a ese vacío oscuro de la mente.
ELLA iba y venía al trabajo todos los días por esas carreteras secundarias por las que en un lado hay picos de sierra y por el otro tajos inmensos Todos los días 100 kilómetros ida y vuelta. En una de aquellas vueltas ELLA estaba muy cansada y casi se despeña por aquel talud. Los bomberos lograron excarcelarla del coche. Ahora sigue esa dura recuperación mental y física , que necesita para emprender de nuevo su vida normal. Piensa que algún día podrá de nuevo con todo lo que le eche la vida encima. Tiene dos fuertes razones, sus hijos. ELLA se llama Ángela.
Todas estas mujeres y las que les siguen, tienen como Carolina, fuerza , alegría y fuerza. Sienten, sentimos que estamos mejorando nuestro juego en la vida, nuestra resilencia y ganaremos siempre.