viernes 22 noviembre 2024
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En lo concerniente a la intimidad

La RAE nos dice acerca de intimidad, dos acepciones: Primero, amistad íntima. Segunda, zona espiritual íntima y reservada de una persona, grupo o especialmente de la una familia.

Actualmente con la proliferación de nuestras «charlas» en las redes sociales parece ser que la intimidad navega por otros derroteros.

Es mi parecer, es sólo mi opinión, que por supuesto no habrá de ser la más acertada, ni tampoco quisiera con ello hacerles pensar en cambiar ideas, opiniones o intimidades de cualquier asiduo lector de esta soleada página. Pero… si me permiten unos segundos de lectura les dejo los siguientes pensamientos.

Prácticamente la totalidad de las necesidades fisiológicas del ser humano. En esta sociedad que nos dicen está avanzada y moderna –yo tengo mis dudas… al menos ignoro donde está el avance–, son consideradas como acciones y actuaciones, íntimas. Yo digo: ¡Pero si son las más comunes! Todo ser humano que se precie y quiera mantener su salud, ha de acometer diariamente acciones tan comunes como la micción, la excreción del material sólido y gaseoso…mismamente el anhídrido carbónico de la respiración, o el acto a través del cual el ser humano se reproduce. Lo que materialmente llamamos, sexo. Acto que muchos sectores de la civilización se han empeñado en demonizar, no siendo, en definitiva más que las acciones aquéllas por las cuales la Naturaleza buscó siempre el crecimiento del individuo, la vida, el placer para la perpetuidad de la especie. Supervivencia que la mal denominada civilización avanzada, ha desnaturalizado.

El realizar todas estas acciones a diario –actos considerados muy personales e íntimos–, es síntoma imperecedero de que conservaremos nuestra salud. Por tanto es obvio que si comentamos o trasladamos nuestras cuitas al ámbito público, sólo estaremos como mucho trasmitiendo nuestros errores y o aciertos, y por ende, aprendiendo de los actos de otros ciudadanos, que a bien hayan tenido compartir sus costumbres y menees al respecto.

Es muy común, algunas personas incluso se vanaglorian de ello, el presumir de «ser» de éste o del otro equipo deportivo. El pertenecer o estar afiliado al de aquí, o al de más allá de los muchos partidos políticos. O tal vez otro mucho más común, como suele ser, el exteriorizar las propias creencias religiosas.

Estas acciones, acometidas, expresadas en público, vituperadas o ensalzadas personalmente, en reuniones, en grupos afines, predicadas por grandes masas sociales, parecen ser estar destinadas a superar todas las posibles facetas de la intimidad.

Personalmente considero este segundo bloque de acciones, como algo de lo más ligado y perteneciente a la intimidad del individuo. Es aquél donde la RAE –a mi parecer– nos define como: zona espiritual, íntima y reservada.

La publicación de éstas afinidades, la exaltación pública de todas ellas, la fácil propagación en las redes sociales, donde pueden llegar fácilmente –en pocos segundos–, al polo opuesto…. del Planeta. Actos, ideas y conjeturas de una parte territorial, donde son completamente inocentes, castas, candorosas hasta otra donde pueden herir la sensibilidad, las creencias más íntimas del ser humano, hasta magnitudes insospechadas.

Estas acciones, insisto, nos cuenta la historia, las vemos reflejadas por desgracia en más de un medio de comunicación, en muchas más ocasiones –una sola ya sería merecedora de nuestra atención–, de las que en un principio nos podríamos imaginar. Digo han provocado y siguen provocando altercados con finales desastrosos para el propio ser humano. La muerte y la desolación devastaron países enteros. En verdaderas «guerras» campales han terminado por desgracia, más de un encuentro de personas, en el cual, en principio sólo se buscaba el enfrentamiento dialéctico o deportivo.

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