jueves 21 noviembre 2024
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Enamoramiento, sexualidad, amor…

Con este orden y en el contexto de la pareja es como la sociedad actual suele ver el significado de estas tres palabras. Pero en realidad personalmente yo las definiría como tres palabras muy diferentes entre sí, las cuales y por separado, encierran una formidable cantidad de sentimientos.

Yo podría decir perfectamente que estoy locamente enamorado de mis bicicletas. Pero eso sería un enamoramiento material, me podría contestar algún amigo. Bien en lo referente a lo material y lo espiritual… aquí se nos habría colado otra palabra que ella sola de por sí ya cambia todo el contexto de esta mi reflexión, que hoy en ausencia de material deportivo les quiero dejar. Sigamos por tanto en lo que podríamos denominar como «material».

El amor aflora, emerge o sencillamente se manifiesta curiosamente, cuando dejamos de estar enamorados. Sí, es así. ¿Y saben por qué? Pues porque el enamoramiento nos emboba nos deja anestesiados, nos sumerge en unas sensaciones que nos incapacitan para esclarecer nuestros sentimientos y determinar con claridad qué y cuándo es amor lo que experimentamos.

Si la bicicleta que hemos visto en el «escarapate» con todos esos sugestivos colores, con esas elegantes ruedas, con ese tan conducible manillar, con todo ello en mente a buen seguro que nos podremos estar enamorando. Ahora bien, con todas esas fascinantes imágenes paseándose por nuestro cerebro, en un momento en que, con tanta ansiedad nuestro cuerpo nos está pidiendo el pedaleo, con toda esta publicidad que en el comercio de turno habrán sabido generosamente inculcarnos, con todo ese empachamiento mental… no sabremos decidir acertadamente si en verdad el objeto de nuestro deseo va a responder a nuestras exigencias a la hora de montarnos en ella.

La realidad me ha demostrado en multitud de ocasiones que empezamos a amar no cuando encontramos la… bici perfecta, sino cuando empezamos a ver perfectamente cómo podemos compaginar nuestras pedaladas encima de la bici imperfecta.

Dicen acerca de la sexualidad, ser éste un tema de difícil y complicada definición. Para mí no lo es tanto.

La sexualidad es claramente por su número de practicantes, el Deporte Rey, y como en cualquier otro deporte cada participante incluye en él la cantidad de sentimientos que más oportunamente crea han de ser necesarios. Lo que personalmente no acabo de ver del todo claro es la forma de asignar el título de ganador en cada encuentro, puesto que el Deporte de Alcoba que es como en realidad debe ser llamado esta amplia modalidad deportiva en la cual no se tienen en cuenta medidas, ni tiempo de ejecución de estas pugnas deportivas y que por tanto, dada la amplitud y formas tan diversas de llevar a buen fin el recorrido hasta alcanzar la meta, todo ello les digo, podría depararnos que posiblemente merecieran el premio aquellos participantes que necesitasen de la «foto finish». Igualmente nos valdría otorgar premio a quien favoreciere la lucha deportiva propiciando un segundo partido. O tal vez, y fíjense lo curioso de esta genuina modalidad deportiva, podríamos otorgar ganador a aquel participante que más satisfecho consiga dejar a su rival. Con lo cual podríamos evitar el ver esas caras que genera el perder una final: recuérdese la cara que les quedó a los holandeses en los últimos Campeonatos de Fútbol.

Posdata: Otras tres palabras yo les quisiera recordar, pues al parecer las altas temperaturas las están derritiendo y se está dejando ver su carencia en multitud de foros, medios de comunicación y en la sociedad en general son demasiadas las ocasiones en que se detecta su total ausencia: Tolerancia, respeto y aceptación.

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