Con este orden y en el contexto de la pareja es como la sociedad actual suele ver el significado de estas tres palabras. Pero en realidad… personalmente yo las definiría como tres palabras muy diferentes entre sí, las cuales y por separado, encierran una formidable cantidad de connotaciones y sentimientos muy distintos. Yo podría decir perfectamente que estoy locamente enamorado de mis bicicletas.
Pero eso, sería un enamoramiento material, me podría contestar algún lector. Bien, en lo referente a lo material y lo espiritual… aquí se nos habría colado otra palabra que ella sola de por sí, ya encierra tal cantidad de sentimientos, que merecería, solo para ella, toda una reflexión muy distinta, a lo que hoy, aquí, les quiero expresar. Sigamos por tanto en lo que podríamos denominar como “material”.
Si la bicicleta que hemos visto en el “escarapate” con esas sugestivas líneas, con esas elegantes ruedas, con ese tan conducible manillar, con todo ello en mente, a buen seguro que nos podremos estar enamorando. Ahora bien, con la suma de esas fascinantes imágenes paseándose por nuestro cerebro, en un momento en que, con tanta ansiedad nuestro cuerpo nos está pidiendo el pedaleo, con toda esta publicidad que en el comercio de turno, habrá sabido generosamente inculcarnos, con todo ese empachamiento mental… no sabremos decidir acertadamente, si en verdad el objeto de nuestro deseo va a responder a nuestras exigencias, a la hora de montarnos en ella.
La realidad me ha demostrado en multitud de ocasiones que empezamos a amar no cuando encontramos la… bici perfecta, sino cuando empezamos a ver perfectamente como podemos compaginar nuestras pedaladas encima de la bici, imperfecta. Dicen acerca de la sexualidad, ser este un tema de difícil y complicada definición. Para mí, no lo es tanto. La sexualidad es claramente por su número de practicantes, el Deporte Rey, y como en cualquier otro deporte cada participante incluye en él, la cantidad de esfuerzo y sentimiento que más oportunamente crea han de ser necesarios.
Lo que personalmente no acabo de ver del todo claro es, la forma de asignar el título de ganador o ganadora, en cada encuentro, puesto que, el Deporte de Alcoba, que es como en realidad debe ser llamada esta amplia modalidad deportiva, en la cual no se tienen en cuenta medidas, ni tiempo de ejecución de éstas, son pugnas deportivas y que por tanto dada la amplitud y formas tan diversas de llevar a buen fin el recorrido, hasta alcanzar la meta, todo ello les digo, podría depararnos que, posiblemente merecieran el premio aquellos participantes que llegasen tan juntos, a “meta”, que necesitasen de la… foto finish.
Igualmente nos valdría otorgar premio a quien favoreciere la lucha deportiva, propiciando un segundo partido. O tal vez y fíjense lo curioso de esta genuina modalidad deportiva, podríamos otorgar ganador, ganadora, al participante que más satisfecho consiga dejar a su rival. Con lo cual podríamos evitar el ver esas caras que genera, perder una final.
El verdadero amor aflora, emerge, o sencillamente se manifiesta, curiosamente, cuando dejamos de estar enamorados. Sí, es así. ¿Y saben por qué? Pues porque el enamoramiento nos emboba nos deja anestesiados, nos sumerge en unas sensaciones que nos incapacitan para esclarecer nuestros verdaderos deseos, nos impide determinar con claridad qué y cuándo es amor, lo que en verdad estamos sintiendo.
Posdata: Otras tres palabras yo les quisiera recordar, pues al parecer las altas temperaturas las están derritiendo y se está dejando ver su carencia en multitud de foros, medios de comunicación y en la sociedad en general son demasiadas las ocasiones en que se detecta su total ausencia: Educación. Respeto. Aceptación.