Se ha vestido de largo este primer mes y apenas nos hemos dado cuenta. Enero siempre llega con las clásicas invitaciones, casi tentaciones, a comprar en rebajas o agendar propósitos o nuevas metas en lo del ejercicio, la dieta maravillosa y hasta pasar más tiempo con los seres queridos. Intenciones que a veces quedan en nada, como si no nos conociéramos a nosotros mismos…
Con cada inicio de año, el calendario nos invita a soñar con nuevos comienzos desde la certeza de que nos hacemos viejos demasiado pronto y de que la sabiduría de la vida nos llega demasiado tarde. Y siempre la eterna paradoja entre pensamiento y experiencia: vivimos tan ocupados en el hacer que olvidamos el ser, tan enfocados en los resultados que descuidamos los procesos que le dan verdadero valor a esto de vivir y seguir disfrutando eneros. Estos días ya, con la suerte de noticias esperanzadoras sobre acuerdos de paz en zonas de conflicto permanente que ojalá se repitan en las que aún siguen en guerra.
Pero la noticia que también ha cobrado protagonismo este mes ha sido la del afianzamiento del proyecto SEAMLESSM4T, un prototipo promovido por Meta, dueña de WhatsApp, Instagram y Facebook entre otras, que a grandes rasgos va a permitir traducciones simultáneas de texto y voz entre cien idiomas diferentes. La inteligencia artificial, que no para de asombrarnos, ahora también en lo de comunicarnos con personas de otros países desde un móvil, unos auriculares o unas gafas singulares creadas bajo el acuerdo firmado con la marca Ray Ban. Vivir para ver, viajar sin barreras para el entendimiento.
Estos americanos, que el lunes vuelven a llevar a Trump a la Casa Blanca, en aras de la innovación siempre dan por buena la frase que hay que usar el pasado como trampolín y no como sofá. Siempre hacia delante, nada de nostalgia o arrepentimiento porque hay dos días en el año en los que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y el otro mañana. Así nos va por aquí cuando los del piso de arriba, los gobernantes, en vez de trabajar en el presente buscando con objetividad y compromiso el bien común, se dedican a perder el tiempo en acciones que no hacen sino fomentar odio y rencor entre la ciudadanía. No se dan cuenta de que la gente normal ya está harta de esta pesadilla que tanto viene aletargando el progreso y la calidad de vida de las familias.
Se mire como se mire, enero siempre hay que verlo desde la perspectiva del mes que nos hace certera la frase que acuñó el gran Bukowski al escribir: “el problema es que buscamos a alguien con quien envejecer y, realmente, lo que necesitamos encontrar es alguien con quien seguir siendo niños”. Magnífica y preciosa lección que redunda en que la vida no se mide por la cantidad de años vividos, sino por la calidad del espíritu con que los compartimos.
Tal vez sea ese espíritu infantil, lleno de asombro, curiosidad y capacidad de disfrute, el que deberíamos procurar copiar y mantener, tanto con nosotros mismos como con quienes nos rodean. No es lo que nos pasa, sino como interpretamos eso que nos pasa, tanto en los malos como en los buenos momentos.
Y es que, en esto de vivir y proyectar, nada como el mes de enero. Eso sí, sin olvidar el castizo refrán de que en “enero los buenos amigos ni se saludan ni se quitan el sombrero” que para eso están los meses más cálidos. Otra cosa es lo del cambio climático, pero eso ya son palabras mayores.
