Quien encuentra un amigo, es como quien encuentra, una pepita de oro. Muchos granos de arena habremos de deslizar a través del cribado, para poder tener la suerte de encontrar algún grano del preciado metal. Las más de las veces, con el agua y el tamizado de los materiales aspirantes… a pepitas de oro, nos llegará la desilusión del vacío. En la espesa malla del cedazo, no encontraremos ni los zapatos, del figurado amigo.
El harnero en el cual, hoy tendremos que tamizar, para encontrar esa posible persona candidata a entrar en nuestro círculo de amistad, tiene un entramado de cerdas muy espesas debido a la globalización de la sociedad, a las necesidades materiales y a la inmediatez, en el alcance de las mismas.¡Desconfía de aquél amigo que nunca te contradice! La empatía. En la misma medida de exigencia, que pongamos en el cribado, habremos de exigirnos a nosotros mismos.
Es muy probable en nuestro día a día, encontrarnos con personas que a buen seguro difieran con nuestro propio proceder. El buen amigo, nos oirá y atenderá en silencio nuestras opiniones, sin la menor intención de hacernos cambiar nuestro parecer. Más, esto mismo es lo que el respeto nos obligará a realizar, en llegando el momento en el cual nos tocará permanecer en silencio, aunque lo expresado por nuestro contertulio no se ajuste en modo y manera a nuestras creencias o resoluciones.¡Amigo de muchos, amigo de ninguno! Hoy… impera la sensación de, que el tener muchos amigos es sinónimo de ser, “buena persona”, ejemplo de ello, las redes sociales como el “cara libro”. Permítanme discrepar. Ser tolerante con las masas y lo que significan, no me encierra ni obliga a tener que opinar igual. Debo ser muy raro… vale.
Pero mi responsabilidad como persona me lleva ante todo, al respeto a mí mismo. Y en esa misma línea de respeto y tolerancia, incluyo mis propias opiniones, las cuales no son ni determinantes ni definitivas.Una buena persona, un buen amigo… a de ser aquel que nos lleve palabras amables y de ánimo, sabiendo cómo entrar a las diferencias sin contradicciones, con disponibilidad para nuestras necesidades, hablándonos siempre desde un nivel no superior al nuestro, sin mudarse en sus propios pareceres, pero llevándonos al razonamiento por la vía del ejemplo y la apertura de nuevas puertas y caminos. Exponiendo. No imponiendo. Eludiendo en todo momento las sinrazones, la arbitrariedad, los atropellos y el despotismo.
La lealtad e incapacidad para la mentira, podrán ser las causas más efectivas para el ensanche, en la amistad, que derive en la feliz y tan deseada causa de, permanecer impertérrito a todo movimiento del tamiz, permitiendo finalmente encontrarnos con el anhelado amigo. Vaya con esta imagen que hoy les dejo, mi discreto agradecimiento a un muy buen amigo, él… en viéndola, sabrá con toda certeza que lo es, porque gracias a él aprendí cómo y dónde encontrar las mejores imágenes, el cómo entrar y salir de los muchos y bellos rincones de la Sierra del Torcal que, como muy pocos conoce.
Mis pensamientos navegan mucho más allá de las cercanías costeras del agradecimiento aquí expresado. La mirada lejana, perdida en lontananza, alcanza a surcar el más profundo océano de la amistad. Y cada vez que camino por los estrechos callejones o los abiertos espacios de las cornisas, mi agradecimiento seguirá creciendo.