Que estemos sufriendo una situación más difícil de lo que aparentamos. Intentamos de alguna manera salvar la ropa para seguir moviéndonos con un desahogo económico que hace algún tiempo dejó de ser real, nos convencemos con las mismas frases hechas de poco peso y menos crédito. «Con la que está cayendo» «gastar lo estrictamente necesario». Pero es complicado encontrar el límite entre lo primordial y secundario, sobre todo, cuando hemos estado mucho tiempo circulando por el territorio de lo superfluo.
Había tanto que había para todos y todo. Nadie llegó a cuestionarse si se lo había ganado o no. Y lo que fácil entra, más libre sale. Así que hemos tejido una maraña trabada de despropósitos, agujeros y falsedades que no es posible desenredar. Pero la inconsciencia, tan alejada del sentido común y la previsión, ha dejado demasiadas victimas a su paso.
Y no nos queda otra que ayudar en la medida de lo posible. Este otoño viene lleno de peticiones, hay muchas personas en nuestra ciudad pasando por un momento desesperante, que no se sabe cuando tendrá su fecha de caducidad. Un comedor social está naciendo para salir al frente de los que nada tienen, pero esta iniciativa tiene que ser apoyada y mantenida por los antequeranos. Las buenas obras no sólo hay que aplaudirlas, también hay que sostenerlas.
No queda ahí el problema, son muchos colectivos y asociaciones que hoy necesitan con urgencia un apoyo económico para poder medio seguir. Hay que apostar por ellos, priorizando, intentando cubrir lo más básico, llegando a los casos más vulnerables. Da igual, toda Antequera para Antequera. Se trata de un caso de justicia, que nada tiene que ver con la de los políticos, éstos con aprender cuatro palabras altisonantes se mueven por los agujeros negros que ellos mismos crean.
Y si no que se lo pregunten a Gaspar Zarrias, que empleó siete veces la palabra» deleznable» en lugar de pandilla de ladrones. Sin ellos habría algo más, bastante más para repartir entre los necesitados.