Como por todos es conocido, el esófago el un tubo de origen muscular que conecta la faringe con el estómago. Su función es bien evidente, al encontrarse al principio del aparato digestivo se encarga de llevar los alimentos desde la boca hasta el estómago. Como su propio nombre indica una esofagitis es una inflamación del esófago.
Lo más habitual es que la esofagitis esté producida por los ácidos que contiene el estómago, cuando estos sufren un proceso de reflujo y suben parcialmente por el esófago. Esto puede ocurrir por una hernia hiatal o bien por la variación en el tono del esfínter esofágico. No obstante otras situaciones muy diversas pueden producir una esofagitis, así por ejemplo los vómitos, el consumo de alcohol y tabaco o tomar ciertos alimentos o medicamentos sin agua pueden acabar produciendo una esofagitis. Otra causa menos frecuente es una infección por hongos o virus, pero esto solo suele ocurrir en pacientes inmunodeprimidos. Aunque parezca una dolencia menor, una esofagitis mantenida en el tiempo se ha relacionado con una mayor probabilidad de sufrir cáncer de esófago.
Los síntomas que produce la esofagitis son muy característicos, incluyen acidez, dificultad para deglutir, ronquera, dolor de garganta e incluso tos. Para confirmar el diagnóstico el medico gastroenterólogo puede necesitar pruebas como la esofagografía o la esofagogastroduodenoscopia. El tratamiento dependerá mucho de la causa que produce la esofagitis, habitualmente se utilizan fármacos para disminuir la producción de ácido y en el caso de las infecciones se utilizan antifúngicos o antibióticos. Normalmente el pronóstico suele ser bueno y no suelen surgir complicaciones, aunque en ocasiones se pueden producir úlceras.
Para finalizar, hoy felicito a aquellas personas que con la entrada de este nuevo año han decidido dejar de fumar y lo han conseguido. Tienen toda mi admiración y aprecio, van a salir ganando en muchos aspectos de su vida.