miércoles 18 septiembre 2024
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España y el problema de Cataluña

En el arranque de un nuevo curso político, la economía que todo lo promueve y todo lo silencia, vuelve a poner en jaque a las regiones y comunidades de España ante la financiación singular que se pide para Cataluña. Si algún inepto o iluso pensó en momento alguno la gratuidad de las actuaciones políticas, estará siendo testigo de la manipulación que para con ellos quieren hacer los catalanes. Con Salvador Illa en el poder, los años venideros no se antojan fáciles. Cataluña, sí o sí, va a pelear hasta llegar a la extenuación para conseguir que el 100% de los impuestos que se pagan en Cataluña pasen a engrosar sus arcas y luego transfieran una parte al Estado.

Con Pedro Sánchez en el gobierno, un personaje que nunca miente sino que cambia de opinión, los socialistas venderán a diestro y siniestro una financiación singular para Cataluña que permita -según ellos- sea compatible con el resto de las comunidades autónomas. Pocos barones serán los que alcen la voz contra Sánchez, unos porque no se atrevan y otros porque verán que el narcisismo del presidente es más fuerte que los votos conseguidos por ellos en las urnas con la confianza del pueblo.

Sea como fuere, la gobernabilidad de España (nadie lo puede poner en duda) se ha hecho posible gracias a los votos de los herederos de la banda terrorista y de los golpistas catalanes. El paseo triunfal de Puigdemont puso sobre el escenario el mayor escarnio que un país como España nunca debió tolerar. Pero a Cataluña, sobre la que todos se empeñaron en industrializar y cuyo desarrollo fue posible gracias a la mano de obra andaluza y extremeña, nadie se ha atrevido a soplarle en las últimas décadas.

Viendo los destinos de la ministra de Justicia Dolores Delgado y del ministro Escrivá, por poner solo unos ejemplos, somos testigos de las actuaciones del gobierno central que como una apisonadora pasa por cualquier lugar para controlar la economía que es la que tiene comprada a buena parte del electorado español.

Hace ya varias legislaturas tanto los populares como los socialistas, en el respeto a la pluralidad de la democracia española, debieran haber aunado fuerzas para no permitir el uso de la lengua catalana en detrimento del castellano. Ahora ya es tarde, tanto unos como otros, por seguir en la poltrona, fueron dando prebendas y engordando estómagos que ahora no quieren pasar al vagón de cola.

El panorama político español nos deja un escenario con un presidente que seguirá gobernando sin el legislativo; que no se rasgará las vestiduras si tiene que robarle el carné a socialistas de alto copete como García-Page; que con o sin presupuestos no se planteará ni dudará de su ineficacia política sino que echará la culpa a la derecha que siempre pone trabas en la gobernabilidad de España y, sobre todo, abrirá nuevos escenarios que enfrentarán a la Hacienda central con la autonómica. Y ahí, en ese punto, es dónde el desequilibrio de las economías autonómicas puede hacer saltar por los aires la estabilidad económica de nuestro país. Zapatero dijo que la tierra es del viento y Sánchez que Cataluña es la dueña de España. ¡No lo olviden, el socialismo en estado puro!

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