Estarán frotándose las manos lo escritores de la guerra fría. Ha llegado de nuevo el día de Chacal, o maniobraremos hacia el norte de nuevo a “La caza del octubre rojo”. Fue durante la caída del telón de acero, cuando una treintena de escritores apuraron los últimos rayos gélidos de una batalla que calentaba motores hacia otras latitudes.
Clancy, Forsyth, Fleming, le Carré, Smiley, Ken Follet, Ludlum… Servicios de inteligencia en activo, misiones imposibles, casos imaginarios como el de Bourne, o espantosamente reales como el de “El jardinero fiel”.
Mientras, el aeropuerto de Moscú se ha convertido en el escenario de la nueva novela realidad del espionaje. Snowden el becario de los cafés de la CIA quiere largar y no poco, ¿quién le tenderá los brazos?
¿Quién será el primero o la primera en trazar las primeras líneas del nuevo WikiLeaks? Fuga de información, documentos filtrados que llevan escrita y firmada la pena máxima para sus autores.
Información sobre regímenes totalitarios y otras guerras, Irak, Afganistán… EEUU en el punto de mira. Informes sobre gobiernos que llevan a cabo acciones poco éticas y que son de interés público.
Sí, se acercan las vacaciones y se nota. A mí se me nota. Sueño despierta con ese tiempo sin tiempo lleno de lecturas sin horas, de días largos y noches de luna, de charlas con los amigos, de rasgueo de guitarra. Llegan los viajes. Aviones, trenes, coches, hacia lugares de la vieja Europa, o de la exótica Asia. Misión verano.
Por si las moscas, yo me quedo con la frase de Ancelotti: “El Madrid tiene que ganar jugando espectacular”. Realidad o guerra fría en los vestuarios. La frase anodina y de un alto grado deportivo, lo mismo sirve para liar el pescado de mañana o el escenario burlesco en el que ahora nos hallamos sumergidos.