La RAE nos define jauja, como prosperidad y abundancia. Pero ahondemos un poco más en esta palabra. El 25 de abril de 1534, Francisco Pizarro daba el nombre de “Santa Fe de Hatun Xauxa” a una ciudad que aún hoy persiste y que cuenta con una población de unos 17.000 habitantes. Es Jauja. Y dista, 250 kilómetros de Lima y está ubicada en el valle de Mantaro, dentro de los Andes Centrales.
Historias y leyendas del siglo XVI, contaban y cantaban de Jauja, como un país con extrema abundancia (pienso que con el objetivo de atraer colonos) y fue el sevillano Lope de Rueda, dramaturgo y precursor del teatro en España, quien entre sus obras, incluyó un paso denominado, “La Tierra de Jauja”.
Tres eran los personajes: Honzinguera (ladrón), Panarizo (ladrón), Mendrugo (simple). No cabe duda que el paso nos deja bien a las claras la forma en que unos ladrones, esquilman a un pobre personaje (Mendrugo), que con cazuela bajo el brazo acudía a dar de comer a su mujer que está encarcelada por injustas razones.
Panarizo: En la tierra de Jauja hay unos árboles que son de tocino. Y las hojas son de pan fino, y los frutos de estos árboles son de buñuelos, y caen en el río de la miel, y ellos mismos están diciendo: “máscame”, “máscame”.
Honzinguera: En la tierra de Jauja las calles están empedradas con yemas de huevo, y entre yema y yema, un pastel con lonjas de tocino, de modo que ellas mismas están diciendo: “trágame”, “trágame”.
Sentados uno a cada lado de Mendrugo, los dos villanos, con estas jácaras, le entretenían mientras daban buena cuenta del contenido de la cazuela.
El paso termina cuando Mendrugo se viene a dar cuenta que el contenido de su cazuela ha terminado en las barrigas de los farsantes y parlanchines individuos que le asaltaron. Y mientras éstos huyen, él les grita: ¡Ladrones!, ¡Ladrones! (Se detiene de pronto y mira la cazuela tristemente). Me han dejado sin un buñuelo. ¡Pobre de mí! ¿Y qué hago yo ahora? (Pausa) Pobrecillos, a lo mejor es que tenían hambre… ¡Que Dios les perdona el daño que me han hecho! La culpa la he tenido yo, por creer que hay tierras en donde se puede vivir sin trabajar. Esto me servirá de lección.
Aquel cuento de Jauja, sigue estando muy en moda, no en vano, más de un medio de comunicación lo ha utilizado recientemente, a modo de dar “calor” a sus premeditados artículos. Entre… poder vivir sin trabajar, y o, tener que trabajar sin poder vivir, me perdonen ustedes con ninguna de las dos opciones me quedo. Ancha es Castilla, y opciones tiene la vida. Queridos mandatarios y gerifaltes, no se extiendan tanto y recójanse un poquito, que la cazuela no es tan grande, ni el contribuyente es tan rico.
Es mi parecer, que la Jauja a la cual se refería, Lope de Rueda en sus escritos (1547) no era la población de Perú, sino más bien, teniendo en mente, la pedanía cordobesa de Lucena, situada al sur de la provincia de Córdoba, en el límite con la de Sevilla (río Genil de por medio) y Málaga (Cortijo San Francisco) y los “Montes de San Miguel”. Conociendo como sabemos qué ocurrió, con los nombres de otras ciudades y poblaciones. Que lo más probable de estos nombres, como el de Jauja, es que viajasen a Perú en las mentes y el recuerdo de algunos marineros españoles contratados en el Sur de la península y que se integrasen con Pizarro, como parte de su tropa.
Y me quedo con esta otra frase o recomendación: Personas en edad y capacidad legislativa para trabajar, pónganse a ello, y no miren en qué lugar. ¡Esto… no es Jauja!